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miércoles, 22 de enero de 2020

Ojos que no ven

Juan Valbuena, en su proyecto sobre la relación entre España y Guinea Ecuatorial, Ojos que no ven,corazón que no siente, describe este periodo:

Imagen familiar en el parque de Punta Fernanda, al fondo Monumento a los Caídos en la guerra civil.
Fotografía del album familiar de Erika Reuss incluido en la selección de OQNVCQNS.
«España y Guinea estaban muy lejos, las escasas comunicaciones consistían en un barco mensual y la inercia política fue convirtiendo a la colonia africana en una especie de virreinato donde los sucesivos gobernadores tenían atribuciones casi absolutas. La inestabilidad social de la metrópoli llegaba amortiguada y con mucho retraso: la instauración de la II República en 1931 no supuso grandes cambios en la cuestión colonial, si bien se nombró por vez primera a un civil como Gobernador de los Territorios Españoles del Golfo de Guinea. Duró poco en el cargo: era el otoño de 1932 y, en su primer viaje de reconocimiento, el diplomático Gustavo de Sostoa fue asesinado en extrañas circunstancias por el Sargento Castilla, la máxima autoridad de la remota isla de Annobón. Tres años después tiene lugar un episodio vinculado a Guinea con una gran repercusión en la política española: el Inspector General de Colonias, Antonio Nombela, puso en conocimiento de las Cortes un caso de corrupción vinculado a la cancelación de un contrato público de transportes marítimos con la colonia. El escándalo consiguiente dio pie a la ruptura de la coalición conservadora en el poder y la posterior convocatoria de las elecciones, en febrero de 1936. La victoria del Frente Popular en esos comicios se considera el punto de no retorno que desencadenó el levantamiento del ejército y la trágica Guerra Civil, un conflicto que acabó con la victoria del General Franco y su nombramiento como Caudillo de España.

El día 18 de julio de 1936 fue un día normal en la colonia, donde glorioso, alzamiento y nacional son tres palabras que no describen lo ocurrido. Hasta el mes de agosto no hubo movimientos significativos, estos devinieron en la paradójica situación de que, durante algunas semanas del mes de septiembre, el continente permaneciera fiel al gobierno republicano del Frente Popular mientras la isla ya se había alineado con las tropas sublevadas. En octubre hubo un único enfrentamiento armado que se saldó con dos soldados negros muertos, uno por cada bando. También fallecieron por error los llamados Mártires de Bata, unos seglares y religiosos hechos prisioneros en las bodegas de un barco hundido por el fuego amigo del Ciudad de Mahón, nave que llegó desde Canarias con tropas leales a los golpistas para tomar el control de la región continental. Desde ese momento, Guinea fue zona nacional. La Administración española resultante modificó los estatutos del Patronato de Indígenas, ahondando más en la separación entre indígenas y negros emancipados, cuyos derechos eran equiparables a los de los blancos gracias a su “grado de cultura, educación, moralidad y posición económica” individual o familiar. En esta rígida estructura legal, que se mantuvo vigente hasta los años sesenta, serían considerados indígenas -sujetos sin independencia jurídica efectiva- todas las personas negras, ya fueran originarias de Guinea o hubieran llegado como comerciantes o fuerza de trabajo en cualquier momento. Poco a poco, la colonia dejó de ser un lugar abierto al que se podía llegar sin papeles. Se disparó la expedición de documentos y salvoconductos (wakabuk, en pichin), la burocracia y la fotografía útil aparecieron con fuerza en escena y se generalizó el control de movimientos por el territorio. Se empezó a perseguir la ociosidad, el comercio informal y se impuso la habitual construcción “vagos y maleantes”. Pese a todas estas medidas, no se consiguió establecer un mecanismo fiable de identificación y marcación de origen, por lo que existió bastante confusión, y muchas personas fueron asignadas erróneamente a lugares o grupos humanos a los que no pertenecían. Como cuenta Enrique Martino, el valiente investigador español que puso en marcha opensourceguinea.org, sigue sin haber una estructura individualizadora fuerte, la gente tiene varios documentos diferentes y las cifras de los censos bailan a lo largo de las décadas (...). Las dificultades económicas consecuencia de la Guerra Civil y el aislamiento internacional tras el fin de la Segunda Guerra Mundial hicieron de España un país eminentemente autárquico. Las necesidades de abastecimiento de materias primas en todos los sectores convirtieron los productos procedentes de Guinea en preciados bienes. La oferta y la demanda de los mismos no dejó de aumentar en décadas, propiciando las explotaciones privadas intensivas: especialmente de madera en el continente y de cacao en la isla. La presencia del Estado estaba destinada a garantizar el bienestar de los colonos -ahora llamados coloniales-, sus posesiones y sus negocios. Se estima que el 90% de las exportaciones de productos que salían de los Territorios Españoles del Golfo de Guinea llegaban a los puertos de la península, en una relación de dependencia económica característica del colonialismo. El escaso número de españoles que ha habido siempre en Guinea es llamativo; sin duda, esto ha propiciado históricamente una especie de régimen de finca privada protegida por recursos públicos, lo que acaba explicando ciertas inercias en la relación entre ambos territorios. Es sorprendente también el reducido número de familias de guineanos casi todas de origen Krio, que acabaron residiendo en España, muchas de ellas en Barcelona y Bilbao. Como contraejemplo de la historia de aquellos años: José Grey Molay, nacido como Carlos Graykey en Barcelona en 1913. Brillante estudiante que no pudo acabar Medicina por el estallido de la Guerra Civil, luchó en ella por el bando perdedor y, como muchos otros españoles, tuvo que exiliarse, cruzando a pie los Pirineos. En la Segunda Guerra Mundial fue derrotado de nuevo en territorio francés, capturado e internado en el campo de concentración de Mauthausen donde, según la investigación llevada a cabo por la periodista Lucía Asué Mbomío, le adjudicaron el número 5124, la S de Spanier y el triángulo azul de los apátridas. Fue el único prisionero negro retratado por el fotógrafo español Francisco Boix, cuyas imágenes y testimonio se utilizaron en los Juicios de Nuremberg. Liberado en 1945, nunca quiso volver a España y hasta 1982 vivió en La Corneuve, un barrio de la periferia de París con gran número de vecinos de origen africano....».


sábado, 18 de enero de 2020

Patrimonio en llamas

Fotografía de la catedral vieja (de hierro),
gentileza Crónicas de la Guinea Ecuatorial
Estos días la noticia del incendio en la Notre Damme ecuatoguineana acapara titulares en los medios de comunicación.

Tal y como recoge el comunicado del recientemente conformado Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, se trata de «un monumento emblemático que forma parte del patrimonio y de la historia conjunta de Guinea Ecuatorial y España al haberse inaugurado en 1916, con la participación, entre otros, del renombrado arquitecto Antonio Gaudí».

El incendio -dirán los medios- se habría generado durante las obras de mantenimiento de la catedral, afectando a la estructura de madera entre las bóvedas y sobrecubierta, recorriendo el fuego el techo y crujías de madera de la nave hasta encontrar la salida a modo de chimenea por la esfera del reloj luminoso y el rosetón alojado entre las torres mellizas conocidas como Alfonsa y Claudia. El daño parece focalizarse en la cubierta y bóvedas del transepto y ábside, sin afectar a los nervios de los arcos ojivales laterales. La imaginería religiosa no se habría visto afectada, por haber sido retirada con anterioridad con motivo precisamente de las obras. Y el archivo diocesano, otra joya del patrimonio (documental, en este caso), estaría custodiado en la casa parroquial colindante, que no fue alcanzada por el incendio.

No es la primera vez que el fuego se ceba con la seo de Malabo: la construcción original de los jesuitas se incendió en 1888, por lo que fue reemplazada por otra temporal de hierro, fabricada en Europa y ensamblada en Santa Isabel.

La actual, de estilo neogótico, fue concebida por el padre Luis Sagarra y supervisada por Antonio Gaudí. Su construcción corrió a cargo de los propios claretianos y de los aprendices de su Colegio de artes y oficios de Banapá, siendo sufragada con aportes colectivos de la sociedad civil y administración pública. Contaba José Carlos Muñoz en su desaparecido Rincón Histórico que «Los gastos de la construcción y ornamentación, que superaron las 500.000 pesetas, contribuyeron varios indígenas de la colonia, incluso protestantes, así como individuos y casas comerciales nacionales y extranjeras radicadas en la colonia. El gobierno español dio 20.000 pesetas para la Iglesia y 25.000 para la terminación de las torres».

«La primera piedra del nuevo templo -relata La Guinea Española- se bendijo solemnemente ante un público inmenso el 19 de marzo de 1899, festividad de San José, a quien habían estado dedicadas las dos iglesias anteriores. Hizo de padrino el Gobernador General Excmo Sr. D. José Rodríguez de Vera y bendijo la primera piedra el Ilsmo P. Armengol Coll con gran satisfacción de su alma. Los documentos referentes al acto fueron guardados en una botella que fué colocada junto con la primera piedra en el ángulo S.E. de la catedral».
Desfile en honor del gob. gral Latorre Alcubierre

En sus más de 100 años de existencia acumula historia y anécdotas, como su forzosa desacralización en la década de los setenta, al ser incorporada al complejo presidencial por Macías y usada de almacén.

Y hoy, vuelve a tener un futuro incierto, por diferentes circunstancias...

No es ajeno a esta situación la carencia de una ley de patrimonio en vigor en Guinea Ecuatorial.
Es cierto, que en determinados supuestos, las regulaciones españolas son fuente normativa del derecho ecuatoguineano. En teoría se podrían aplicar -de forma subsidiaria- en el ámbito patrimonial y monumental las leyes de protección imperantes en el territorio hasta el 12 de octubre de 1968, al igual que se aplican sin ningún rubor en otros ámbitos sociales y económicos.

Lamentablemente, cuando en España se realizó con el Gobierno provisional de la República el primer gran ejercicio nacional de protección patrimonial, en la relación de 798 bienes incorporados al Tesoro Artístico Nacional (decreto de 3 de junio de 1931) no incluyeron ningún monumento histórico-artístico ubicado en territorio africano (ni si quiera de las islas Canarias, Ceuta o Melilla). Adoleciendo nuevamente de esa carencia el posterior Inventario publicado en 1967.

Catedral vista desde el patio del desaparecido (2018) colegio de los claretianos, reconvertido hasta su demolición en el hotel Sofitel Presidente.
Fotografía gentileza de Crónicas de la Guinea Ecuatorial

Torres de la Catedral al fondo de la vieja calle 19 de Septiembre
Sí hay algunos artefactos antropológicos de origen ecuatoguineano que -por formar parte de otras colecciones en España- cuentan con reconocimiento y protección, pero la centenaria catedral ubicada en la vieja plaza de España (actual plaza de la Independencia) al inicio de la avenida del General Mola (actual avenida de la Independencia) carece siquiera de ese tipo de protección legal subsidiaria, al igual que la carecía el viejo ayuntamiento derruido en 2006


Así, mientras que -por ejemplo- los toros de Osborne son "patrimonio artístico y cultural" en España (desde 1994)... en la joven república éstos languidecieron hasta desaparecer, ante la mirada indiferente de las autoridades.

Plaza Correos de Bata
Es probable, que el único sitio patrimonial que hubiera contado con esa protección supletoria hubiera sido el parque nacional de Monte Alén, ya que si bien el golpe de estado de 1936 le privó de la aplicación de los compromisos derivados de la Conferencia para la Protección de la fauna y de la flora en África de 1933, éste podría haber estado protegido por la limitada regulación del Reglamento de Caza en Guinea de 1954.
En su caso, la aprobación de las áreas protegidas (Ley n° 8/1988)​ en el país y posteriormente con la creación del parque nacional (Ley n° 3/1997) convierte esa posibilidad en una ociosa elucubración.

En definitiva, hace falta un ley del patrimonio.





Por último, os compartimos un par de históricas imágenes con las torres Alfonsa y Claudia, de 40 metros de altura, como protagonistas.

«Los T6 eligieron un pase precioso entre las torres de la catedral», se relata en Crónicas de la Guinea Ecuatorial.

Imagen del vuelo del hidroavión de la Patrulla Atlántida, finales de 1926/enero de 1927.

  • Si te ha llamado la atención la fotografía del hidroavión de la Patrulla Atlántida surcando el cielo en dirección a Bata..., sigue las actualizaciones de este paseo por la calle 19 de Septiembre de la vieja Santa Isabel, ya que pronto le dedicaremos una entrada.





miércoles, 15 de enero de 2020

De Arganda a Las Palmas

Una vez más, el incansable Pedro Medina Sanabria nos facilita información a la que de otra forma sería difícil llegar...
Así, en la entrada Teniente Rodrigo Miralles, evadido de zona roja de su blog se recoge el inicio en Canarias del consejo de guerra al teniente Miralles por auxilio a la rebelión pese a su deserción del ejercito republicano en Arganda.

Pero... ¿remitido a Canarias desde Arganda? ¿auxilio a la rebelión habiendo desertado?

Y ahí es donde entran los sucesos del territorio ecuatorial:

De hecho, Rodrigo Miralles es citado recurrentemente en este paseo por la calle 19 de Septiembre de la vieja Santa Isabel. Según El Liberal de 6 noviembre de 1936, tras el bombardeo de Bata y tras la salida intempestiva del subGobernador Hernández Porcel, Miralles habría intentado infructuosamente junto otros 19 ciudadanos evitar el desembarco del Ciudad de Mahón, y ante la superioridad numérica y armamentística del enemigo, se habría replegado igualmente hacia la frontera: «más tarde, y en un camión, se dió también a la fuga Rodrigo Miralles, acompañado por diecinueve individuos». Según la declaración de Fernando Barba Macero -cocinero del Fernando Poo- realizada ante el capitán y juez instructor Juan Fontán, gracias a la gesta de eso 20 últimos defensores de la playa de Bata parte de la marinería del Fernando Poo pudo llegar a tierra firme: «estaba preparando el almuerzo, tirándose luego a la motora y llegando a tierra donde se encontró a la familia Miralles, recogió a los chicos, huyendo al bosque, y que en la motora iban el cocinero Antonio Villanueva, el marmitón Benito Pérez que embarcó en Barcelona, el Ayudante de cocina Paulino Olivares y el declarante; y que en la motora llevaba un fusil un tal Córdoba, no recordándo el nombre».

Estos 20 últimos defensores, son igualmente los que en la retirada se llevaron consigo las setecientas  cincuenta mil pesetas del Banco Exterior, que custodiaba el cajero Luis Cruz, y lo entregaron a la República una vez que llegaron a tierras valencianas.

Desde su exilio en Camerún, Miralles redactó notas y correos denunciando la desproporcionada virulencia de la toma de Bata y la precipitada huida del subGobernador. Precisamente en La huida, recogemos la carta que desde Camerún remite Rodrigo Miralles el 19 de octubre al Diario de Almería, en la que se relata el suceso: «sin previo aviso, y con la bandera francesa enarbolada, disparó [el Ciudad de Mahón, pintado de negro,] dos cañonazos sobre dicha motonave, destruyendo el puente de mando de la mismas y parte de la popa; seguidamente, y al mismo tiempo que arriaba la bandera francesa e izaba la monárquica española abrió un nutrido fuego de ametralladoras sobre los españoles que tripulaban la motonave y sobre los indígenas que trabajaban en la carga y descarga. Debido a la sorpresa y a que en la motonave no se contaba con más que con seis fusiles, el pánico fue enorme y la desmoralización completa. (...) Los habitantes de Bata, al darnos cuenta de la traición, nos reunimos en la playa, y con los pocos fusiles que contábamos rompimos fuego protegiendo a los tripulantes que venían a nado y que eran ametrallados sin compasión por el Ciudad de Mahón; nada pudimos hacer para salvar el barco; al poco rato ardía por los cuatro costados. Se dio orden de que las mujeres y los niños salieran de Bata y se trasladaran lo más cerca posible de a la frontera: contábamos con poquísimas armas, pero decidimos vengar salvajismo tan grande y los que teníamos fusiles nos parapetamos en la playa decididos a evitar todo intento de desembarco a pesar de que las ametralladoras del barco lanzaban una lluvia de balas sobre nosotros.
Después de bombardear el barco, el Ciudad de Mahón empezó adisparar sobre Bata, sin tener en cuenta que es una población indígena y que los negros están al margen de toda lucha entre nosotros. Poco podríamos hacer con nuestro medio centenar escaso de roñosos mosquetones contra los cañones y ametralladoras...».

Unos meses después, según Guinea mártir: Narraciones, notas y comentarios de un condenado a muerte de Pozanco -al que citamos también reiteradamente- se anota que «con fecha 11 de enero y en el vapor Asia, vía Burdeos, marcharon, rumbo a la península».

Una vez repatriado a la zona republicana peninsular, cruzando datos se podría reconstruir que -al igual que Francisco SaézRafael Matamala, el farmacéutico de Bata y compañeros de exilio en Camerún- habría ingresado unos meses después al Instituto de Carabineros.
Ambos -Matalama y Miralles- alcanzaron la graduación de tenientes por tener estudios universitarios, si bien en el caso de Miralles, con mayor fortuna (el farmacéutico fallecería en acción de guerra a finales del 37), hasta su deserción de la zona republicana en abril de 1938.

Y -como al resto de "coloniales" leales al gobierno de la República- tras su detención habría sido remitido a los tribunales canarios en donde fue juzgado tras tres años de prisión preventiva.
Se habría privado, eso sí, de la vivencia de confinamiento en el campo de concentración del viejo Lazareto de Gando, cuyos reclusos ya habían sido desconcentrados y reubicados en 1940.

Finalmente, el 12 de marzo de 1942, se publica la Orden por la que se concede libertad condicional a ochenta y seis penados, saliendo así de la prisión de Las Palmas.

Por la hemeroteca se pude entrever, que -una vez en libertad- se asentó con su familia en Canarias.

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TENIENTE  MIRALLES MILLÁN EVADIDO DE ZONA ROJA
7101 – 223 – 17
 CAPITANIA  GENERAL DE  CANARIAS
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GOBIERNO MILITAR DE GRAN CANARIA JUZGADO EVENTUAL NUMERO 3
C A U S A  NUMERO 142  DE  I.938
 = = = = = = = = = = = = == = = = =  =
INSTRUIDA CONTRA EL EX – TENIENTE DEL EJERCITO ROJO, RODRIGO MIRALLES MELIAN, por el delito de AUXILIO A LA REBELION.
Dieron principio las actuaciones el día 14 de Mayo de 1.938
Prisión preventiva el 14 de Mayo de 1.938
JUEZ INSTRUCTOR
SECRETARIO
EL OFICIAL HONORIFICO DEL C.J.M.
CABO DE INFANTERIA
DON PEDRO PADRON QUEVEDO
DON EDUARDO DIAZ GORDILLO.
Cfr.: A-TMT5 7101-223-17.– Causa nº 142 de 1938.- Cubierta.
* * * * * * * * * * * * * * * * * * * *
RODRIGO MIRALLES MILIÁN, se había pasado voluntariamente desde la zona roja, por el sector de Arganda, en 19 de abril de 1938, sólo y con una pistola, presentándose a fuerzas de la 17 División.
Declarando que prestaba sus servicios como ayudante del Jefe de la división, con la graduación Teniente de Carabineros.
Hecho prisionero, sería traído a Gran Canaria, quedando ingresado en la prisión de Las Palmas, el 27 de diciembre de 1938.
Casi tres años después de su evasión de las filas rojas y entrega voluntaria a las fuerzas nacionales, en nueve de abril de 1941 sería sometido a Consejo de Guerra, presidido por el Teniente Coronel de Artillería RAMÓN RÚA-FIGUEROA BIAVA, reunido en la sala de justicia del cuartel de San Francisco del regimiento de infantería 39.
En la ceremonia de este consejo, el fiscal MATÍAS VEGA GUERRA solicitaría para el procesado RODRIGO MIRALLES MILLÁN la imposición de la pena de TREINTA años reclusión mayor, con las accesorias legales correspondientes.

martes, 7 de enero de 2020

El caso del cabo Alonso

Fernando Ballano, en "Aquel negrito del África tropical: el colonialismo español en Guinea" recoge que:
Para los funcionarios que se quedaron, el 20 de octubre, por orden del Gobierno general se establece la obligación, para poder seguir cobrando el sueldo, de firmar una declaración jurada que rezaba: «X, español, funcionario del Estado, declara bajo palabra de honor y jura ante Dios no haber hecho armas contra el Movimiento salvador de España, al que ha servido fielmente y sin interrupción desde su iniciación en estos territorios, ofreciendo al nuevo régimen establecido su adhesión incondicional, prometiendo por su honor y jurando ante Dios su fidelidad más absoluta y leal al mismo».
Conforme al Bando del 19 de octubre, «Los funcionarios que falten a sus obligaciones habituales y particulares que desatiendan a las suyas o perturben los ajenas, serán consideradas como reos de rebelión y castigados consecuentemente» sometiendo las infracciones al Código de Justicia Militar.
A su vez, el Gobierno de la República procedió a la restauración en sus derechos a los empleados públicos coloniales. Resolución que en muchos casos sólo tuvo una aplicación simbólica, y que los golpistas utilizaron posteriormente en contra de los propios empleados públicos.

Tras la caída de Bata se recrudece la purga entre los empleados públicos, con el fin de identificar a aquellos que huyeron a los países limítrofes.

Es el caso -por ejemplo- de «Alonso Rodríguez, Andrés, hijo de Enrique y Carmen, de 35 años de edad, natural de Mota del Marqués de estado soltero, Cabo de la Guardia Colonial», nombrado delegado gubernativo en el distrito de Ebinayon por la subdelegación de Gobierno en Bata.

El Cabo Alonso, al igual que otros compañeros de armas son requeridos el 4 de mayo de 1937 por el gobierno de Burgos: «Domiciliados últimamente en Bata, (Guinea Española Continental), procesados por el delito de rebelión, comparecerán en el término de treinta (30) días, ante el Instructor, Alférez de Infantería don Ismael Sánchez Rodríguez, con destino en la Primera. Compañía del Batallón de Voluntarios Patriotas de Las Palmas, que presta su servicios en la Guinea Española».

La historiografía franquista le recordará como el responsable de comunicar el 3 de octubre a la misión católica de San José de Ebinayon el oficio de la incautación de bienes y custodia de los 4 religiosos que la integraban.
 
Posteriormente, según Ángel Miguel Pozanco en "Guinea mártir (narraciones, notas y comentarios de un condenado a muerte)", Andrés Alonso y su familia se habrían refugiado inicialmente en Libreville (Gabón), para meses después incorporarse a la zona republicana de la península vía Francia.

Un mes después, el gobierno republicano de Madrid le confirma en su puesto de la Guardia Nacional Republicana y le asciende a Sargento, por los «méritos contraídos en la actual campaña en las posesiones de la Guardia Colonial de los territorios españoles del Golfo de Guinea, de los que son evadidos, debiendo disfrutar en dichos empleos la antigüedad de la fecha en que se presentaron a las autoridades legítimas de la República y efectos administrativos a partir de la revista del próximo mes de Julio». 

Se trataría, en su caso, de una resolución personalizada a la restitución de haberes realizada por el gobierno de la República en abril de ese mismo año. Y no fue el único peón en el campo de batalla de la función pública...

Así, meses después será nuevamente promocionado a brigada, acabará 1937 confirmado como teniente, y posteriormente será ascendido a capitán.

Antonio Cazorla Sánchez recoge en Cartas a Franco de los españoles de a pie (1936-1945) el testimonio del padre de Andrés Alonso:

Legajo: 4
Vidayanes (Zamora) 28 Abril 1939
Año de la Victoria
¡Arriba España!
Excmo. Sr. D. Francisco Franco Bahamonde
Mi respetado y querido general y amigo: Tiene que perdonarme el atrevimiento de dirigirme sin darle el tratamiento que le corresponde y que continúe tratándole como siempre, porque de esa manera parece que puedo hablarle con mas confianza.
Hoy acudo á la bondad y generosidad del hombre que Dios ha elegido para salvar la paz no solo de Europa, sino del mundo entero, causando el asombro y admiración de él.
Después de 2 años largos sin tener noticias de mi hijo Andrés A. R., que estaba de Cabo de la Guardia Colonial en la Guinea Continental y de que su madre (q.e.p.d.) murió con esa pena, se me ha presentado con su esposa y niños, diciéndome que venía a Madrid y que le estaba formando expediente la Guardia Civil, siendo el Juez Instructor el teniente de la Guardia Civil D. Estanislao G. A.: él huyó de la Guinea a Francia por temor de que un Oficial con el que se hallaba disgustado, en los primeros momentos, pudiera tomar venganza, haciendo ver cuestión política, lo que era una cuestión particular pues V. comprenderá que es hombre de derechas como somos toda la familia, como así pensó y trabajó por ellos en elecciones como puede demostrarlo, que se vio obligado á estar en el Ejército rojo en donde aceptó el mando de Capitán creyendo que de esta manera obtendría la confianza de los demás y así podría pasarse con mayor facilidad al Ejército Nacional, que lo intentó varias veces y no pudo, que por fin en unión con otro desmoralizó la fuerza de su mando, que sospechando de él, le formaron expediente y no pudieron probarlo, que otra vez volvía á desmoralizar la fuerza, haciendo retirar á esta de las trincheras, mas como eran muchos los que lo rodeaban, lo detuvieron y procesaron por delito de alta traición, enviándolo á la Checa de Marina, teniéndolo 5 meses en las Cárceles, hasta que los falangistas lo sacaron cuando era inminente la entrada de las tropas nacionales, uniéndose á los falangistas, con los que prestó servicios encuadrado en una Centuria; hay que hacer constar que jamás perteneció á Asociación alguna y que durante su estancia en el Ejercito rojo hizo favores á varios de las derechas, como puede verificarlo.
Por lo tanto lo que yo deseo es que se resuelva pronto y favorablemente su expediente, concediéndole el reingreso en la Guardia Civil, ocupando el puesto que le corresponde; pero para esto se necesita una recomendación que creo puede darse sin violentar la justicia ni la conciencia y hay que tener en cuenta que se trata de su porvenir, porque cuenta ya 26 años de servicio.
En una palabra, yo pido su protección para este pequeño grupo de la familia A., tan poco afortunada, pues ya recordará a mi hijo Joaquín Teniente de la 5ª Bandera que fue muerto en Haffa el Duira (Bemi-Hozmar) el 5 de Abril de 1926, á mi Sra. (q.e.p.d.) y á mi nos cogió el glorioso movimiento en la zona roja, fuimos perseguidos y maltratados, obligándonos á nuestra edad á andar por las crestas de las montañas haciéndonos salir de casa sin volver la vista atrás, para entretanto robarnos la casa, como así lo hicieron, dejándonos casi en cueros en la calle y mas tarde nos robaron las alhajas que teníamos en el Monte de la Piedad de Madrid; todos estos sufrimientos fueron la causa de la muerte de mi Sra. (q.e.p.d.) y ahora, aquí me tiene V. al lado de mi hija que está casada con un labrador y tiene la desgracia de aumentar las pérdidas cada año, en vez de ganancias, por las malas cosechas anteriores.
Desde aquí les bendecimos todos los días prometiéndole nuestra sincera firme é inquebrantable adhesión, despidiéndose con toda consideración, respeto y admiración, su siempre amigo y subordinado
q.e.s.m.
ENRIQUE A. A.
Médico militar retirado
El dador es mi hijo Eduardo, Agente de Investigación y Vigilancia en Bibar, el que estuvo 13 meses de Oviedo y fue premiado con la Laureada Colectiva.

Es posible que cumpliera condena en la Prisión Militar de San Francisco del Risco (Las Palmas), concediéndole la  libertad condicional provisional en noviembre de 1941. Pese a todo, en su caso, debió de superar positivamente el proceso de depuración, ya que el Diario Oficial del Ejército publicaba el 13 de octubre de 1979 su pase a la situación de retirado: «Cabo de la Guardia Civil D. Andrés Alonso Rodríguez, habría alcanzado, el empleo de capitán de la Guardia Civil, su retiro el 17 de noviembre de 1960, habiendo perfeccionado trece trienios '(cinco de proporcionalidad 4, dos de proporcionalidad 6- y seis de, proporcionalidad 10)».

Debió ser, eso sí, un proceso prolongado: todavía el BOE de 1983 recogía una sentencia favorable con respecto al cálculo de la pensión de retiro.

viernes, 27 de diciembre de 2019

Sobre arqueología y apologías imperiales


Puedes leer también Las ruinas de un imperio del blog "Arqueología de la Guerra Civil" de Alfredo González-Ruibal.

viernes, 20 de diciembre de 2019

El caso del viejo Gobernador que murió descalzo

Éste es un caso especial: la Guinea española contó con un gobernador integrante de la masonería y que fue fusilado.

¿Recordáis al gobernador Núñez de Prado?: Fue miembro de la masonería con el nombre de «Lafayette» y -en el periodo republicano- se afilió a la Unión Militar Republicana Antifascista-UMRA (la misma organización que salvó al crucero Méndez Núñez de pasarse a los golpistas).

En 1926, como General de Brigada, es nombrado Gobernador Militar de los territorios españoles del Golfo de Guinea, en cuyo destino permanece hasta proclamada la II Republica.

Contábamos en 80 años del exilio republicano español, que también sufrieron el exilio «funcionarios que pasaron en algún momento por la administración colonial, y acabaron inhabilitados para el cargo público y se vieron forzados al exilio. Son casos como el del doctor Juan Bote, León Felipe, boticario y administrador del hospital de Elobey que falleció en el exilio en México, Joaquín Mallo, presidente del Consejo de Vecinos de Santa Isabel que falleció en el exilio en Francia, o Guillermo Cabanellas de Torres, exSecretario del Gobierno General de la Guinea Española que falleció en el exilio en Argentina». Pero no sólo sufrieron el exilio... hubo de todo, hasta fusilamientos como el de Fulgencio Rosique Maya, el de Restituto Castilla González o el del gobernador Miguel Núñez de Prado Susbielas.



Celebraciones en Santa Isabel con motivo
de la llegada del nuevo gobernador.

Gonzalo Álvarez Chillida le dedica un párrafo al gobernador en Los gobernadores de Fernando Póo (1858-1930):
Los escándalos de corrupción y de abusos en la recluta de mano de obra del continente paras las plantaciones de Fernando Poo, que estallaron en la prensa tras la caída del dictador [Miguel Primo de Rivera], salpicaron a Núñez de Prado, quien abandonó la colonia el 19 de abril de 1931, reclamado desde Madrid por el Gobierno provisional de la recién proclamada república. Tenía entonces 49 años, y era el único de los últimos gobernadores de Guinea que permanecía como militar en activo. En Madrid supo ganarse a las nuevas autoridades, a pesar de su pasado primorriverista y monárquico. Pese a sus buenas relaciones con los misioneros claretianos, fue el único de los gobernadores de los que se tiene constancia de haber pertenecido a la masonería. Se inició en ella en 1923, antes del golpe de Primo de Rivera, pero al poco debió suspender sus actividades en la misma, que debió renovar durante la república. Durante ésta desempeñó puestos militares importantes, como el mando de la 2ª División orgánica, la Inspección General del Ejército o la Dirección General de Aeronáutica. Cuando la sublevación militar de julio de 1936 se mantuvo leal al Gobierno hasta el punto de que accedió a ir a Zaragoza a intentar revertir la insurrección en la ciudad del general Cabanellas, aun sabiendo de sus escasas posibilidades de éxito.
Tal vez, el hecho de que tanto Cabanellas como Queipo de Llano hubieran -según Ramón Franco- participado del intento del golpe de Estado republicano de diciembre de 1930, le hicieran confiarse.

Sin embargo, fue fusilado pocas semanas después.

En El general Miguel Núñez de Prado y el comandante Francisco León, asesinados por los franquistas en Pamplona en 1936 por defender la legalidad republicana desarrollan más su trágico final:
A su llegada a Zaragoza el avión fue confiscado, y Núñez de Prado y sus acompañantes fueron capturados: el mecánico se pasó a los sublevados, el piloto sería fusilado meses más tarde, y el comandante ayudante fue cosido a tiros el 26 de noviembre de 1936 con el pretexto de que había intentado fugarse. El propósito de Núñez de Prado era persuadir al general Cabanellas al mando de la V División Orgánica para que no se uniera a los sublevados. Éste y sus jefes le retuvieron varios días, hasta que fue trasladado a Pamplona. Hacia el 23 o 24 de julio de 1936 fue encarcelado en el fuerte de San Cristóbal (Pamplona) y fusilado poco después por órdenes de Mola. Hugh Thomas sostiene que junto a Núñez del Prado también fue fusilado su ayudante el comandante de caballería Francisco León López. Otros autores creen que fueron asesinados.
Por último, concluye el artículo:
La Asociación de familiares fusilados de Navarra (AFFNA), creen tener localizado el lugar exacto que alberga sus restos mortales, según el testimonio de Ricardo Sola testigo directo en solitario y oculto del fusilamiento, en el cruce a Murugarren de la carretera Bearin a Abarzuza (Navarra). Hay pleno convencimiento de que los ejecutados en aquel lugar el 10 de agosto de 1936 fueron el general Miguel Núñez de Prado y su ayudante, el comandante de caballería Francisco León López. Verdugos y prisioneros, todos con ropas militares, llegaron en un coche. Los 2 fusilados calzaban botas rojas de buena calidad y los ejecutores, se las quedaron. “..Se metieron en la pieza, aquí, de estas flores, ocho metros para arriba, en este orillo y... a ver, quitaros los zapatos, las botas. Se quitaron las botas..¡daros media vuelta! Pun, pun, al agujero..se cayó y todo. Aquí mismo, yo estaba aquí. Ahí había una pared..”.

Sorprendente el detalle de las botas... que recuerda al relato del cónsul británico tras el bombardeo y toma de Bata: "los prisioneros del Ciudad de Mahón fueron llevados a tierra a la 1:30 pm, bajo el sol abrasador. La mayoría de ellos no tenía zapatos. A todos les habían afeitado la cabeza. Hoy comienza la corte marcial. Se esperaba que los prisioneros fueran llevados a Canarias para ser juzgados, pero el comandante del Mahón parece tener poderes muy amplios y podrían ejecutarse aquí mismo las sentencias."



Tras el fusilamiento del viejo Gobernador, a su viuda le negaron durante años (hasta 1944) la pensión por carecer de certificado de defunción. «Su mujer, que se encontraba en Barcelona, ​​vendió la colección de objetos de Núñez de Prado en el Ayuntamiento de Barcelona, ​​y fueron incorporados a la Sección de Etnografía del Museo de Arqueología, bajo el nombre de 'colección de Arte Negro, armas y vasijas de los indígenas de Fernando Poo'. Ésta fue una de las colecciones que constituyeron los fondos del Museo Etnológico de Barcelona, ​​1948».

martes, 10 de diciembre de 2019

Entrevista a Antonio Nombela

Hace unos años empezamos nuestro paseo por la Calle 19 de Septiembre de la vieja Santa Isabel con La Gürtel de la CEDA en Guinea...:
La "denuncia Nombela" o "Caso Tayá" es una historia vieja... la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA) tuvo su propia caja B, un comisario Villarejo, su respectivo conseguidor como el pequeño Nicolás y un desconocido M. Rajoy que acabó generando la caída del gobierno de derechas en la II República... caída inesperada para los partidos que integraban la coalición, y cuya frustración por la consecuente victoria del Frente Popular desencadenó la ruptura del 18 de julio de 1936.
(...) Incluso entre la documentación elaborada por José Antonio Primo de Rivera en la prisión de Alicante, se incluye la referencia al "Asunto de Guinea..." como parte de su "síntesis moral" de los motivos que condujeron a la "rebelión" en julio de 1936.
Hoy reproducimos una entrevista de Mundo Gráfico a Antonio Nombela publicada en diciembre de 1935:

El ex inspector general de Colonias don Antonio Nombela, autor de la sensacional denuncia a las Cortes de "los tres millones de Tayá" habla a MUNDO GRÁFICO: "Para mí era un problema de conciencia, y no tenía más camino que el que he tomado".

El ex-Inspector general de las Colonias don Antonio Nombela Tomasich nos recibe en su domicilio de la calle de Narváez. El señor Nómbela es un hombre joven, sencillo, de pocas palabras, pero enjundiosas; de gesto sobrio y de modales francos. El escrito enviado a las Cortes por el ex inspector de Colonias denunciando graves irregularidades administrativas ha colocado a este funcionario en el primer plano de la actualidad. Nombela es Caballero de la Orden de San Fernando -tiene la laureada-, y ha vivido siempre alejado del barullo político.
Cuando el reportero le habla de la sensación que ha causado en las gentes su denuncia, nos responde con firmeza:
-No he querido ni he buscado el escándalo, y aquí, si hay escándalo, no es en mis palabras, sino en los hechos que denuncio. He ido demorando mi determinación a instancia del señor Chapaprieta y ante la promesa de que ellos resolverían. Por último, viendo que las Cortes iban a cerrarse, y cansado de recibir felicitaciones y de oír epítetos contra el señor Moreno Calvo, sin que en definitiva se sacara a la luz este asunto, opté por enviar mi escrito a la Cámara de los Diputados para que ella hiciera justicia. Yo no he estado afiliado nunca a ningún partido político, ni he sentido jamás deseos de mezclarme en ninguna lucha de partidos. Me he limitado a cumplir con mi deber y a ir donde se me ha mandado.
Y añade, después de una ligera pausa:
-No es cierto, como se ha dicho, que yo pedía la restitución de mi cargo. Al contrario, afirmé que al dar este paso no aceptaría ni reposición ni cargo alguno, sino que mi deseo se limitaba a que se hiciera justicia y se castigara a los culpables.
-¿Es usted militar, señor Nombela?
-Soy capitán de Aviación.
-Creo que es usted un hombre muy enterado de los problemas coloniales, y que a ellos ha dedicado su actividad.
-No sé si los conoceré bien o mal; pero lo que puedo decirle a usted es que he estudiado los problemas coloniales en los libros y en la realidad, con afanes de acierto. He estado diez años en África, dos años de subgobemador en Guinea, y para completar lo que se puede llamar, quitándole todo aire de jactancia o de pedantería, la «cultura colonial», fui comisionado -durante el Gobierno del señor Martínez Barrio- a Bruselas, Amsterdam, Amberes y París, para estudiar la organización de las Colonias y los centros coloniales extranjeros.
-Afirma usted en su escrito a las Cortes que la organización de nuestras colonias de África Occidental -Guinea y Fernando Poo- adolecen de taras y defectos que es necesario subsanar. ¿En qué consisten estos defectos?
-Es muy largo de contar. Precisamente en el decreto orgánico -con la creación de la Inspección de Colonias- estaba hecho por mí para limar estos defectos. Pero la mayoría de estos proyectos tropezaban con la obstrucción, tenaz e irreductible, del señor Moreno Calvo.
-La oposición del subsecretario de la Presidencia culminó en el asunto Tayá.
-Este acoso ha durado siete meses. El señor Moreno Calvo empleaba conmigo desde la amenaza a la conminación o el soborno verbal. Todo era inútil, por la sencilla razón de que yo he pensado siempre que el Estado me pagaba a mí para que defendiera los intereses del país; y el señor Moreno Calvo -como usted habrá leído en el escrito mío- opinaba lo contrario. Por eso, en una de las muchas discusiones que tuvo conmigo exclamó irritado: «¡Qué... tanta defensa del Tesoro!»
-¿Todos los asuntos de las Colonias pasaban por las manos de usted?
-Todos. Ahora que en este asunto de Tayá, o sea del cheque de los tres millones trescientas diez y ocho mil pesetas, con la orden del Consejo de Ministros, mi responsabilidad era solamente de índole moral; pero como yo veía que aquello no era una cosa limpia, creí mi deber oponerme con todas mis fuerzas para que se frustrara el propósito del señor Moreno Calvo. Para mí era un problema de conciencia, y no tenía más camino que el que he tomado. Ahora estoy tranquilo.
-¿Trató usted al señor Tayá?
-Yo no he visto al señor Tayá más que una vez. Sólo ha hablado conmigo en una ocasión.
-Sobre este tema interpeló al Gobierno el diputado señor Cano López.
-Cuando el señor Cano López llevó este asunto al Parlamento, yo no tenía el gusto de conocerlo. Ahora, sí.
-«Me consta -dice usted, señor Nombela, en su escrito a las Cortes- que ninguna investigación se efectúa respecto de la gestión del señor Moreno Calvo, tan públicamente denunciada y conocida no solamente en el asunto que nos ocupa, sino en otros muchos, como el de la Comisión de Agricultores, Productores de Cacao y Chocolateros»... ¿Qué hay en estas palabras suyas?
-En esto de los Agricultores, Productores de Cacao y Chocolateros -arguye el señor Nombela- hay cosas interesantísimas, de delicada índole moral, que es necesario que conozca el país, y no -como ahora ocurre- sólo un número determinado de personas. Por eso yo pido una investigación que deje al descubierto de una forma clara y diáfana la conducta de cada uno, y que al que haya hecho granjeria y cotización de su cargo se le castigue. Pero, en fin, esto está entregado al Parlamento, y él hará justicia, como lo ha hecho otras veces. Por eso digo en mi documento que, «movido principalmente por estímulo de este doloroso pero estricto deber de ciudadanía, de promover la sanción de los que delinquen desde los altos puestos que les confía la nación, y por la justa aspiración de que en el lugar donde se ha puesto mi honor en entredicho .se depure mi conducta y se proclame mi correcto proceder, acudo, en ejercicio de un derecho constitucional, a las Cortes con este escrito».
Estrecho la mano del señor Nombela, le felicito por su actitud, y me voy.
El reportaje ha terminado.

domingo, 8 de diciembre de 2019

Requeté tropical

Joaquín Coll y Astrell en Guinea.
Vimos anteriormente en Falangistas morenos o El Cejas en Bata, que la Falange contaba con presencia en el territorio ecuatorial: «meses antes del 18 de julio existían milicias de Falange en Santa Isabel, organizadas por Luis Ayuso Sánchez-Molero, capitán de la Guardia Civil (...), las cuales apenas declarado el estado de guerra se presentaron correctamente uniformadas y equipadas».

Pero ¿y el carlismo?

El carlismo tuvo presencia efímera en el territorio desde que a raíz de las fallidas guerras carlistas sus militantes fueran deportados a Filipinas y Fernando Poo.
De hecho, en 1876 hay censados «71 deportados carlistas, la mayoría ya indultados, adaptados al país».

Y aunque parezca anecdótico, el carlismo dejó su impronta en la Guinea Española: precisamente Iradier acabó en el golfo de Biafra, tras coincidir en 1873 con el explorador Stanley, que en esa época era corresponsal del New York Herald cubriendo el conflicto carlista.
Pero Iradier, como francmasón, es muy poco probable que fuera carlista.

Sí hay otros casos con vinculación real y mayor permanencia, especialmente entre algunos finqueros de origen catalán:

Es un buen ejemplo Joaquín Coll y Astrell, médico y periodista que dirigió la revista África y que poseía importantes propiedades en la isla de Fernando Póo, donde pasó bastantes temporadas. 

Pero si la última guerra carlista y los deportados son del siglo anterior, y el propio Coll falleció en 1910....  ¿qué fue del carlismo en la Guinea Española durante el golpe del 36?

Quien nos haya acompañado por este paseo a lo largo de la calle 19 de septiembre de la vieja Santa Isabel, no le resultará desconocido el nombre de Teodomiro Avendaño y del Hoyo, finquero y responsable de la fuga de los oficiales del crucero Méndez Núñez.

Según Historia del Tradicionalismo Español, en Fernando Poo existía un «núcleo carlista de prestigio dirigido por el hacendado don Teodomiro Avendaño». 

Y éste fue un actor clave en el triunfo de los golpistas en la isla.

Ya había tenido contradicciones anteriores con el gobernador por discrepar con las regulaciones laborales que estaba impulsando (se puso coto a la recluta de nativos realizada hasta entonces, siendo sustituida por bolsas de trabajo reglamentadas), ejerciendo Avendaño su oposición como presidente de la Cámara Agrícola.

Avendaño, entrevistado en octubre de 1932.

En el verano de 36, con el inicio del conflicto, asumirá nuevamente un rol protagónico entre los confabulados (el denominado sector clerical y lobby agrícola), canalizando las reuniones del casino y de la Cámara Agrícola.

Cuenta el diplomático Francisco Pascual de la Parte en Las Puertas del Paraíso que «una noche, tuvo lugar una reunión en el barracón de la Cámara. Allí estaban los hacendados, presididos por Teodomiro Avendaño, algunos mandos de la Guardia Civil, el jefe de la Guardia Colonial y su ayudante, (…). Avendaño comenzó la alocución patriótica que ya traía preparada. Siguieron intervenciones de los oficiales del Méndez Núñez que habían quedado en la isla tras el motín de la marinería. Su prestigio era alto y su nivel cultural muy superior al de todos los presentes, de modo que fueron escuchados con mucha atención. El principal objetivo de la reunión era confirmar la actitud que adoptarían las fuerzas del orden. Estas se hallaban compuestas por unos 500 hombres en total, que incluían efectivos de la Guardia Civil y seis compañías de la Guardia Colonial a las órdenes un teniente coronel llamado Luis Serrano Marangues. Para tranquilidad de los hacendados, en la reunión quedó claro que las simpatías de las fuerzas del orden, sin excepción alguna, se decantaban hacia el bando nacional».

Según "La guerra silenciosa y silenciada" de los hermanos Salvador y Fernando Moreno de Alborán y Reina, en el proyecto de hacerse con el crucero Méndez Núñez, pensaron incluso incluso en su voladura. A tal efecto, el finquero fernandino Maximiliano Jones, por mediación de su vecino Avendaño, facilitó la dinamita que fue transportada a pie por el teniente de complemento Velo desde San Carlos a Santa Isabel. El proyecto se frustró por haber llegado a oídos del propio Gobernador el cual ordenó registrar la casa del Sr. Avendaño donde se incautaron algunas de las armas que poseía.

En cualquier caso, estos preparativos fueron frustrados por la deposición de los oficiales del Méndez Núñez y su confinamiento en la hacienda de Avendaño en San Carlos. Y si bien esas reuniones fueron la base del posterior golpe del 19 de septiembre, la posterior fuga de los oficiales organizada por -y con- el finquero, le impidió participar en el mismo.

La información es escasa: Cuenta La Guinea Española en el obituario (falleció en 1962) de Avendaño, que éste les habría  acompañado hasta Canarias en la huida, y que regresó para participar  de la toma de Bata entre los voluntarios canarios del Ciudad de Mahón. En esa acción asumió el nombre de guerra de "sargento Paisa".
Tras el sometimiento de la zona continental, el "sargento Paisa" asume de forma interina la subgobernación de Bata, siendo recibido y festejado a los pocos días en la isla, para retornar poco después a la península, en donde participa en Salamanca de las negociaciones entre Franco y Salazar. Recalca el artículo que el finquero contribuyó además con su patrimonio personal al sostenimiento del bando franquista, hasta poner en riesgo su propia economía. 
Tras la guerra se valoró su nombre como gobernador general y Jefe Provincial de la recientemente unificada Falange Española Tradicionalista y de las J.O.N.S. en los Territorios Españoles del Golfo de Guinea, rechazando Avendaño el ofrecimiento, para volcarse en sus negocios y en la participación activa en la Cámara Agrícola.

Él fue quien dio empleo en la década de los cuarenta al coronel Félix Muedra como gerente de su empresa Bokoko (gestora de la finca Avendaño, antigua hacienda Jones). Muedra, había sido un militar republicano asignado al Estado Mayor del Grupo de Ejércitos de la Región Central sobre quien siempre cayó la sospecha de connivencia con los franquistas (se le señaló reiteradamente como saboteador y quintacolumnista en el frente de Madrid).

Pasadas las décadas -seguirá su obituario- las oxidadas armas que había reunido a escondidas para el alzamiento en Santa Isabel y que usó para secuestrar la lancha con la que huyó de la isla en el 36, generaron sospechas en una generación más joven de autoridades franquistas, por lo que los viejos compañeros de la guerra tuvieron que interceder por él para evitarle problemas.

Completamos su biografía con un par de detalles familiares: el sargento Paisa había nacido en Liendo (Cantabria) en 1896, en una familia indiana que había hecho fortuna en Cuba y Nueva Orleans. De hecho su tío Peregrino Avendaño había sido comandante confederado de la milicia española de esa ciudad.

Fragmento de Cuaderno de viaje a África de Mª de las Nieves Braganza Borbón.
Archivo de la familia Borbón-Parma, PARES.

No tiene que ver con esta historia... pero os dejamos un bonus track en forma de carta certificada de ¿1943? de un desconocido "T. Avendaño" desde Bokoko al capitán de artillería Luis Gil-Delgado Agrela en Madrid.




domingo, 1 de diciembre de 2019

Fallecimiento de Manuel Pérez Teira en prisión

La información sobre Guinea Ecuatorial es escasa y dispersa... y en lo que al golpe de Estado del 36 se refiere, éste se resume habitualmente en un par de anécdotas.

Sin embargo, razonaba Patricio Nbe en su viejo blog que «nunca se ha hablado entre los colonos de las ejecuciones de blancos peninsulares y españoles por parte de sus homónimos que parece ser que hubo en los primeros días de la guerra, ni siquiera de las batallas de la guerra civil en Guinea», como fue el fusilamiento de Luis González Peña.
Pero tampoco hay datos sobre los fallecidos en prisión (como Jaime Gay Compte)... o con motivo de su paso por ella como es el caso de Sebastián Nacarino Romero.

Pedro Medina Sanabria está realizando un gran trabajo para permitir el acceso a diferentes expedientes a través de su blog, y éste nos cuenta del Fallecimiento de Manuel Pérez Teira en prisión preventiva, durante el periodo de instrucción: tripulante (timonel según el 2º oficial Francisco Seguí Darder) del "Fernando Poo", no llegaría a ver los muros del campo de concentración de Gando. A Pérez Teira apenas le dio tiempo de declarar el 20 de octubre ante Juan Fontán, juez nombrado para el esclarecimiento de los hechos ocurridos en el vapor “Fernando Poo” el 14 de octubre de 1936, y pasado el mes de esa declaración falleció en Santa Isabel.

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[Oficio encabezado por el escudo republicano español, y membrete de los Territorios Españoles del Golfo de Guinea]
109
Tengo el honor de informar a V.S. en contestación a su atento escrito de fecha de ayer, que el tripulante del “FERNANDO PÓO”, Manuel Pérez Teira, ingresó en este establecimiento, el día 24 de Noviembre del año próximo pasado, gravemente enfermo de Pleuresía, y falleció el día 1º de Diciembre siguiente, a consecuencia de emplema de la pleura del lado izquierdo, obrando el correspondiente certificado de defunción, en el Registro civil de este Juzgado Municipal.
Dios guarde a V.S. muchos años.
Sta. Isabel 20 de Enero de 1936.
[Firma rubricada]
[Al pie]
Sr. Juez Eventual Militar, Don José González, Capitán.
en la Cámara Agrícola.

Cfr.: Archivo del Tribunal Militar Territorial 5.- 9342-297-21.- Causa 24 de 1937.- Folio 109.
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Salta a la vista que, en este documento, el año de la fecha debía haber sido 1937, y no 1936.
Lapsus calami típico del cambio de año.