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lunes, 11 de enero de 2021

Los gitanos de Fernando Poo

Ésta es una historia olvidada...

La recoge Carmen Doncel en «“Cuando Franco quiso mandarnos a Fernando Poo”. Miedos y esperanzas en la memoria de un hombre gitano», y se cita en Gitanos: una historia negada:

Tío Silvino:
Hubo algo, aquí en Madrid que mataron a dos serenos, y entonces hubo una orden de que todos los gitanos de España iban a salir de España. Y la hija lo detuvo y le dijo que no, que eso no podía hacerlo.
Carmen:
¿La hija de quién?
Tío Silvino:
De Franco.
Carmen:
Ah, ¿sí?
Tío Silvino:
Claro. Que eso no podía hacerlo porque éramos muchos y si había un día un levantamiento de armas que podíamos estar en contra de ellos. Entonces aquí, después de rechazar eso, dio la orden de que todos los gitanos que estuvieran viviendo en sus casas que tenían marchar de sus casas. Y eso sí se cumplió.
Carmen:
¿Y dónde se fueron entonces?
Tío Silvino:
Aunque no fuera más que 24 horas, salir de la casa y volver a entrar.
Carmen:
Pero ¿por qué?
Tío Silvino:
Caprichos de don Franco. Salieron todos en general. Mi padre vivía en Oviedo. De aquella había tres familias en Oviedo viviendo en casas, y tomó la guardia civil y la policía, hablaron con mi padre: «Jiménez, pasa esto, tenéis que salir». «Pero, ¿cómo voy a marcharme yo de mi casa». «Es una orden, tiene que salir. Márchese usted hoy y vuelva mañana, pero tiene que salir. Tenemos que hacer el visto bueno de que ha salío de su casa». Tenía que hacer el visto bueno. Las tres familias que había, las tres tuvieron que salir, y en Gijón y en Avilés… Bueno, en Asturias, en todas las partes, porque mataron los gitanos allí a dos serenos, pero ¿qué culpa tenemos los gitanos de Oviedo, ni los de aquí tampoco?
Carmen:
Y eso ¿en qué año fue más o menos, Aquilino?
Tío Silvino:
Pues te voy a dicir…
Carmen:
¿Era usted pequeño?
Tío Silvino:
Sí, pero no recuerdo en qué años fue.
Carmen:
¿Después de la guerra?
Tío Silvino:
Sí, sí, sí, por supuesto, por mucho […] entre el 50 y el 60.

[…]
Tío Silvino:
Y esto que estamos hablando, Franco quiso mandarnos a las islas de Fernando Poo y la India dijo que se los mandaran a sus tierras que eran de allí.
Carmen:
Ah, ¿sí? Yo no sabía esa historia Aquilino. ¿En qué año?
Tío Silvino:
Pues esto fue en la posguerra, no recuerdo en qué año, en el cincuenta y tantos. ¿Tú no sabes que aquí mataron a unos serenos que todos los gitanos tuvieron que salir de sus casas porque estaban muy afectados?
Carmen:
Sí, me acuerdo que me lo contó.
Tío Silvino:
En aquella época.
Carmen:
¿A la isla de Fernando Poo?
Tío Silvino:
Y la hija de Franco dijo que no, que éramos españoles, que llevábamos muchos años aquí, ella fue la que aconsejó a su padre, que era imposible, que si se levantaba una guerra y estos hombres que saltábamos de aquí, que sacaban de España, que serían grandes enemigos. Y por eso no salimos de aquí. Pero él dijo esto.


Las fuentes orales -analiza Begoña Barrera- son un instrumento privilegiado para el acceso a una historia de los gitanos que en ocasiones no ha dejado documentación escrita en la que rastrear este pasado. Convencida de la necesidad de recuperar los testimonios de los propios protagonistas de la historia, Carmen Doncel entrevista al Tío Silvino, un «hombre de respeto» gitano de Asturias, que le descubre un suceso para ella (y para la mayoría de nosotros) desconocido: en 1954, un conflicto entre un grupo de gitanos y una pareja de serenos en el Puente de Vallecas acaba con la vida de uno de estos últimos y deja mal herido a su compañero. Más allá de ser llevados ante la justicia, los gitanos involucrados en el acontecimiento se ven sometidos a una oleada de rechazo y de ataques que pronto se extienden a todos los gitanos del España. En la segunda mitad de esta década, la prensa contribuye a magnificar lo ocurrido en Vallecas y a emplearlo en una campaña de xenofobia contra la población gitana (un proceso justamente paralelo al de su construcción como «enemigo público» en lo parapenal, [...]). El resultado de todo ello no es solo la estigmatización y la criminalización de muchos grupos de gitanos que nada tenían que ver con la reacción agresiva que habían protagonizado los de Vallecas, sino la extensión de la sensación de inseguridad y vulnerabilidad entre todo su pueblo que, tristemente acostumbrado a vivir bajo la amenaza de ser expulsados de sus casas, teme acabar sus vidas siendo «mandados por Franco a Fernando Poo». Como explica Carmen, poco importa si esta última opción estuvo o no en la agenda del gobierno franquista; lo que resulta verdaderamente significativo es entender cómo la subjetividad del Tío Silvino, como la de tantos otros gitanos, se ha construido sobre esta horrible expectativa, que marcó su forma de ser y su modo de relacionarse con la sociedad mayoritaria, de la que inevitablemente desconfiaba.

martes, 5 de enero de 2021

Los condenados a muerte de Fernando Poo

Razonaba Patricio Nbe en su viejo blog que «nunca se ha hablado entre los colonos de las ejecuciones de blancos peninsulares y españoles por parte de sus homónimos que parece ser que hubo en los primeros días de la guerra, ni siquiera de las batallas de la guerra civil en Guinea», y a su vez, Francisco Sánchez Ruano afirmaba en Islam y Guerra Civil Española: moros con Franco y con la República que tras la caída de Bata «los prisioneros españoles y guineanos que hicieron los canarios fueron fusilados en su mayoría».

Para el académico Max Liniger-Goumaz en su Diccionario Histórico de Guinea Ecuatorial,
 no habría duda: sí hubo ejecuciones tras el triunfo de los golpistas.

Están documentadas muertes extrañas como la del barbero Caparrós, ahogados en el hundimiento del Fernando Poo como el primer maquinista Eduardo Selma, detenidos de los que no se vuelve a saber como el sargento Anastasio Núñez, un accidental tiro en la pierna del dueño del chiringuito en la plaza España, y hay referencias a muertos anónimos en las escaramuzas de Bolondó y Kangañe o en el bombardeo a Bata.... y ante la duda, la lógica nos dice que apliquemos el principio de la Navaja de Ockham ecuatorial; Pero ¿hubo fusilamientos?, ¿cómo saberlo con el paso de los años y las limitaciones informativas propias del territorio?

La memoria histórica en la península ha recaído en gran parte en familiares y vecinos: 
En lo que a los europeos se refiere, la mayoría de los afectados en Guinea carecían de familia y los vecinos estaban comprometidos por un pacto de silencio. Y en cuanto a los ecuatoguineanos... ésa es una tarea ardua por hacer.


El nombre de Fulgencio Rosique Maya se encuentra entre
los 4.000 del muro de la memoria en el cementerio de Granada.

En cualquier caso, fusilados vinculados en algún momento con el territorio ecuatorial hay -lamentablemente- varios. En este paseo por la vieja Calle 19 de Septiembre de la vieja Santa Isabel, hemos recogido algunos de ellos, como el del antiguo gobernador Núñez de Prado en Navarra (-se cree- † 10.09.1936), la del guardia civil Fulgencio Rosique en Granada († 05.08.1936) o la del ex-subgobernador en Annobón Restituto Castilla en Madrid († 08.04.1940). 

Y hay mas... ¿pero con vinculación directa con el golpe de Estado en Santa Isabel y Bata? Alguno hay debidamente documentado que hacen creer que Patricio Nbe y Sánchez Ruano no están desencaminados:

Sí hay constancia, por ejemplo, del fusilamiento del practicante de Río Muni Luis González Peña en Las Palmas († 23.04.1937), al cual -cuatro años después- el Tribunal Regional de Responsabilidades Políticas le condenó a una multa de 5.000 pesetas el 3 de abril de 1940, posteriormente -años después del fusilamiento y multa- fue indultado. O el fusilamiento del abogado Rafael Masiello Guerrero († 02.04.1939) en Cuenca.

O de las cuatro sentencias de muerte por el delito de auxilio a la rebelión en la causa 537/36 a los civiles Generoso Rey García, Gregorio Álvarez Alonso, Vicente Moreno Cancho y Esteban Sánchez Navarro. 
Juan Medina Sanabria, resume en su trabajo Isleta, Puerto de la Luz: campos de concentración:
La Causa contó con el Juez Instructor Comandante de Artillería Antonio Lucena Gómez, y se instruyó para enjuiciar a los anteriormente citados, Directivos del Movimiento rebelde rojo F.P. y ejecutores de actos de violencia en la Guinea Continental, realizadores de incautación del armamento y municiones a los europeos, asaltos a mano armada, apoderándose de vehículos privados, detención de los Misioneros y Religiosas, disparando en la playa contra el buque "Ciudad de Mahón" y las lanchas de expedicionarios que intentaban desembarcar en Bata, etc.
El consejo de guerra se celebra el 3 Noviembre 1938, en el salón de actos del RIC-39, en La Isleta, donde se condena a muerte a cuatro de los implicados, siendo aprobada esta sentencia por el Capitán General Vicente Valderrama, con fecha 23 Noviembre 1938. Dada cuenta la sentencia al Cuartel General del Jefe del Estado, con fecha 3 Octubre 1939, la misma es conmutada por la inferior en grado, pasando las penas de muerte a la de reclusión perpetúa. 
La conmutación de la pena de muerte quedó en 30 años de prisión, la cual fue reducida paulatinamente, incluyéndoles en sucesivas resoluciones de libertad preventiva y reducción de pena en la década posterior. En cualquier caso, el Tribunal Regional de Responsabilidades Políticas igualmente les condenó a la pérdida total de bienes en la Colonia y al destierro de la misma. Y en el caso de Vicente Moreno, la inhabilitación.

Peor suerte tuvo el comerciante Jaime Gay Compte, incluido en la causa 521/36, para quien el fiscal solicitaba la petición de pena de muerte por el delito de rebelión. 
Resumía Francisco Sánchez Ruano:
Presidido por el coronel José de Roas Fernández, actuando como capitán jurídico Ángel Dolla y fiscal Ildefonso Salazar y del Hoyo, quien solicitó una pena de muerte (...). Empero la sentencia rebajaría notablemente estas peticiones (…). El principal beneficiado de la reducción, respecto a la petición fiscal sería el ingeniero Jaime Gay quien vio disminuida su grave situación. Sin embargo no le serviría mucho pues moriría pocos años después víctima de los malos tratos carcelarios.
Así, su pena quedó en 30 años de prisión, que no llegó a cumplir por fallecer durante el complimiento de la misma. Eso sí, cuenta con el habitual expediente de indulto una década después de su muerte en Las Palmas  († 16.04.1939).

Y hubo otros, como Manuel Pérez Teira, tripulante del Fernando Poo, fallecido en prisión preventiva en Santa Isabel († 01.12.1936) que no llegaron a ser juzgados, o como el brigada Sebastián Nacarino Romero que falleció en Valencia († 20.12.1943) tras su paso por prisión.
Y Nacarino, al igual que otros conciudadanos, cuenta con un expediente de indulto posterior a su muerte.

Pero ante la duda... repasa La Navaja de Ockham ecuatorial.



martes, 22 de diciembre de 2020

El caso del maestro nacional

Decíamos en varias ocasiones durante este paseo por la Calle 19 de Septiembre de la vieja Santa Isabel, que la función pública se convirtió en un nuevo y cruel campo de batalla.

Veamos el caso del maestro nacional José Lozano Alonso:

No hay mucha información accesible sobre él. Sí consta, que para evitar tal especulación, el Gobernador General dispuso la creación de una Junta de Subsistencias, por medio de una ordenanza de 15 de agosto de 1936. Se trataba de un órgano cuyas funciones principales, según rezaba la misma disposición, eran: racionar los braceros disponibles entre los finqueros coloniales; controlar y regular los precios de los productos; y proponer cualesquier otras medidas que consideren «procedentes» para el mantenimiento de la estabilidad de la actividad económica colonial durante el curso de la guerra. Y en la Guinea continental, las funciones de la Junta de Subsistencia las desempeñaba un Comité compuesto por los señores: Toribio Villalobos (presidente), Serra Companys, Rafael Iranzo y Jose Lozano Alonso.

A su vez, la historiografía franquista resaltará que junto con el agricultor Alejandro Torres García; el procurador Sierra Companys, primo del Presidente de la Generalidad, de Cataluña; el agricultor Francisco Padrón y el industrial Enrique Brutinel conformaron el Frente Popular en el territorio continental, con la anuencia del subgobernador Hernández Porcel, desoyendo el bando del 5 de junio de 1936. Tiene, además, la imperdonable falta de ser uno de los públicos contribuyentes a la donación de las 10.353,65 pesetas para la República, conforme a la Gaceta de Madrid del 5 Noviembre 1936.

Cuando el conflicto armado llegó al territorio ecuatorial, se vio obligado a exiliarse con su familia y - conforme a Pozanco- con fecha 11 de enero de 1937 se repatriaron a la península con el vapor "Asia", vía Burdeos.

Un mes después, el 15 de febrero de 1937, el gobierno republicano le reintegró (aunque fuera simbólicamente) en su puesto.

Él no fue de los 150 del campo de concentración de Gando, ya que cumplió condena en diferentes instituciones de Madrid: el 23 de diciembre de 1939, un Consejo de Guerra le condenó a doce años de prisión, a los que se suma la sentencia en 1940 del Tribuna Regional de Responsabilidades Políticas de Santa Isabel, que resolvió que a sus «41 anos de edad, hijo de Amador y Consuelo, maestro nacional, natural de Granada, con domicilio en la calle de la Misericordia, número 12, y cuyo actual paradero se ignora. Fallamos: Que procede imponer e imponemos a José Lozano Alonso, co­mo políticamente responsable de hechos menos graves, a la pena de inhabilitación total para, el cargo de maestro y ses años de destierro de estos territorios y al pago de la multa de dos mil quinientas pesetas».

En los años posteriores cumple condena y se beneficia de diferentes conmutaciones de pena "a propuesta del Patronato Central para la Redención de las Penas por el Trabajo". Pasando así a libertad condicional habiendo cumplido ya casi la totalidad de la condena del 39.

Las consecuencias y ensañamiento de esa persecución perdurarán por años.

Todavía en 1963, es decir con una edad ya avanzada (nació el 2 de julio de 1897), a «Don José Lozano Alonso: se le asigna puntuación doble por sus servicios en Guinea, alcanzando un total de 43.119 puntos. Se desestima en cuento no es computable el tiempo que estuvo separado del servicio».

Hasta la publicación de la Orden por la que se dispone el cumplimiento en sus propios términos de la sentencia del Tribunal Supremo de 10 de noviembre de 1970, recaída en el recurso contencioso-administrativo, interpuesto por el Maestro nacional don José Lozano Alonso.

«Fallamos: Que estimando en parte. el recurso contencioso administrativo que don José Lozano Alonso, Maestro nacional jubilado. interpuso contra la denegación por silenció administrativo una vez denunciada la mora, de la petición que formuló ante la Dirección General de Enseñanza Primaria en escrito de 24 de noviembre de 1967, sobre reconocimiento dé servicios, debemos declarar y declaramos no hallarse ajustada a derecho, por lo que la anulamos, yen su lugar declaramos así mismo que el tiempo, comprendido entre el 8 de junio de 1937 y el 29 de abril de 1963, en que estuvo separado del Cuerpo como consecuencia de expediente de depuración; tiene que serle computado a efecto de trienios, excepto el que abarcó la pena conmutada de la reclusión que le impuso el Consejo de Guerra de Madrid celebrado el 23 de diciembre de 1939 -doce años-, con abono de las cantidades dejadas de percibir en tal sentido desde la vigencia de la Ley 31/1965, de 4 de mayo; todo ello sin especial pronunciamiento, en cuanto a costas».

lunes, 14 de diciembre de 2020

El viejo alcalde de Las Palmas

Este paseo por la calle 19 de Septiembre de la vieja Santa Isabel se nutre de numerosas fuentes: son recurrentes La Gaceta y el Boletín Oficial del Estado, La Guinea Española y el Semanario Ébano, así como diversas bases de datos memorialistas. Sin olvidar algunos blogs especializados, entre los que destacan Benito Sacaluga Rodríguez, El exilio de los marinos republicanos o el de Pedro Medina Sanabria. Y -por supuesto- Crónicas de la Guinea Ecuatorial, el portal de la diáspora del 69.
Igualmente son varios los libros que citamos y consultamos, pero de éstos resulta una fuente privilegiada de información el libro Cuadros del penal: (memorias de un tiempo de confusión) de Juan Rodríguez Doreste.
Gracias a esa memoria es posible conocer del sufrimiento de los 150 presos coloniales y tripulación del Fernando Poo en el campo de concentración del viejo lazareto de Gando.

¿Pero quién era Juan Rodríguez Doreste al que le prologó el libro Felipe González?

Fue un periodista y militante del PSOE en Canarias, que se significó como compromisario para la elección del presidente de la II República.
Caricatura de Doreste realizada con esmaltes por
el recluso Gonzalo Carrillo, de Fernando Poo
Cumplió prisión en Gando, y décadas después, en democracia fue elegido alcalde de Las Palmas y senador.

El Diccionario Biográfico del socialismo español lo describe así:

Las Palmas de Gran Canaria (Canarias) 29/11/1904 -- Las Palmas de Gran Canaria (Canarias) 26/07/1988 
Profesor mercantil, escritor y crítico de arte. En 1914 inició sus estudios en la Escuela de Comercio de Las Palmas, obteniendo el título de profesor mercantil en 1921. Viajó por vez primera a París y a su regreso ejerció durante dos años como profesor de Física y Química, trabajando por las tardes en una agencia marítima. Entre 1923 y 1925 vivió en Madrid, donde fue para preparar oposiciones. Estudió Filosofía e Historia del Arte en la Universidad Central. Allí asistió a las clases de Ortega y Gasset y conoció a Negrín. Regresó a Las Palmas sin haber efectuado los exámenes de la oposición comenzando a trabajar como funcionario de Obras Públicas en la Junta del Puerto y posteriormente en la Junta de Carreteras. En 1926 publicó en Diario de Las Palmas su primer artículo periodístico sobre la obra musical de Víctor Doreste. En 1927 comenzó a colaborar en La Rosa de los Vientos (Tenerife), donde publicó sus dos primeros ensayos «El ángulo recto en el cubismo» y «En torno a Goya», con ocasión de su centenario. Colaboró también en Cartones y Cosmópolis. En 1928 se hizo socio de El Museo Canario y en 1930 entró a formar parte de su Junta Directiva, en la que fue director, presidente y secretario en diferentes etapas de su vida. Ese mismo año comenzó a trabajar en el diario El País, del que fue redactor-jefe hasta 1931. Ingresó en la AS de Las Palmas en 1929. Fue director del diario Avance, órgano del PSOE en Las Palmas entre 1931 y 1933. Asistió como delegado al XIII Congreso del PSOE en 1932, donde fue propuesto para formar parte de la Comisión de «propaganda». En abril de 1936 fue elegido compromisario del PSOE por Las Palmas para la elección del nuevo Presidente de la República (Manuel Azaña). En mayo de ese mismo año fue iniciado en la masonería con el nombre simbólico de «Ortega y Gasset», perteneciendo a la logia «Andama» de Las Palmas, donde alcanzó el grado 1º. 
Al producirse el golpe de Estado del 18 de julio estuvo escondido hasta que finalmente se entregó a finales de septiembre. Fue encarcelado en el campo militar de la Isleta y en 1937 trasladado al penal de Gando del que Salió a finales de 1940. De 1941 a 1956 trabajó como subdirector y director de la firma exportadora de fruta Hijos de Juan Rodríguez SA, compaginándolo con varios proyectos periodísticos avalados por el diputado socialista exiliado en México José Antonio Junco Toral como fueron Canarias Deportiva y Canarias Económica en 1945 y la constitución de Editorial Prensa Canaria en 1952 con el objetivo de la reaparición de Diario de Las Palmas. En 1956-1957 residió en La Habana, México y Caracas. A su regresó a Gran Canaria dirigió la firma consignataria «Camilo Martinón Navarro» donde trabajó hasta su jubilación en 1975. 
Participó en la reorganización del PSOE en Gran Canaria y colaboró activamente en la campaña electoral de 1977. Fue elegido concejal del ayuntamiento de Las Palmas en las elecciones municipales de 1979 y designado alcalde el 26 de agosto de 1980. Dimitió el 30 de julio de 1982 al ser sometido a una moción de censura. Volvió a ser alcalde en mayo de 1983 al obtener la candidatura del PSOE mayoría absoluta en las elecciones municipales celebradas ese año permaneciendo en el cargo hasta 1987. Además fue elegido senador por Gran Canaria en las elecciones de 1982 y 1986. Escribió dos libros autobiográficos: Cuadros del penal (1978) y Memorias de un hijo del siglo (1988). Fue Académico de la Real de Bellas Artes de San Fernando de Madrid y de la de Bellas Artes Santa Isabel de Hungría de Sevilla y secretario del Museo Canario de Las Palmas. Falleció en Las Palmas de Gran Canaria el 26 de julio de 1988.
No olvidéis leer:
Cuadros del penal: (memorias de un tiempo de confusión)

viernes, 11 de diciembre de 2020

Absolución a Juan Giménez García

El portal Víctimas de la Dictadura en Castilla-La Mancha recoge la ficha de:

Juan Giménez García (de profesión dependiente), militante del PSUC y del sindicato UGT.
era natural de Almansa.
Prisión

Otros datos que tenemos de Juan son:
Edad: 40
Sexo: Hombre
Estado civil: Soltero/a
Partido: PSUC
Filiación sindical: UGT
Inicio de la condena: 25/08/1939
Fin de la condena: 11/12/1939
Tribunal: Causa 4146-39 (Almansa)
Sentencia: Absuelto

Observaciones:
Consejo de guerra celebrado el 11 de diciembre de 1939. Cuando se dio el golpe de Estado estaba trabajando en la Guinea española.
Falleció apenas medio año después de su liberación.

Fuentes: Archivo General e Histórico de Defensa 14914/10

Investigadores: Julián Vadillo Muñoz

domingo, 6 de diciembre de 2020

Constituciones truncadas

En La república truncada contábamos los intentos fallidos de la República por instaurar mejoras en el
territorio ecuatorial.

¿Pero y las Constituciones?

Las convulsas constituciones españolas fueron igual de fallidas.

La primer de ellas, la Constitución de Cádiz de 1812 fue debatida en Cortes en un periodo de ficticia república, ante la ausencia del Rey que vivía un cómodo exilio en Francia. Esta Constitución preveía:
Art. 10. º El territorio español comprende en la Península con sus posesiones e islas adyacentes: Aragón, Asturias, Castilla la Vieja, Castilla la Nueva, Cataluña, Córdoba, Extremadura, Galicia, Granada, Jaén, León, Molina, Murcia, Navarra, Provincias Vascongadas, Sevilla y Valencia, las islas Baleares y las Canarias con las demás posesiones de África.
Art. 22. º A los españoles que por cualquier línea son habidos y reputados por originarios del África, les queda abierta la puerta de la virtud y del merecimiento para ser ciudadanos: en su consecuencia las Cortes concederán carta de ciudadano a los que hicieren servicios calificados a la Patria, o a los que se distingan por su talento, aplicación y conducta, con la condición de que sean hijos de legítimo matrimonio de padres ingenuos; de que estén casados con mujer ingenua, y avecindados en los dominios de las Españas, y de que ejerzan alguna profesión, oficio o industria útil con un capital propio.
De vida efímera, en el momento en que el Rey retomó el poder fue anulada y se sucedieron diversas normas fundamentales con escasa repercusión para el territorio.

La caída de la primera República Española, impidió igualmente que prosperase el Proyecto de Constitución Federal de 1873:
TÍTULO I. De la Nación española
Art. 1.º Componen la Nación española los Estados de Andalucía Alta, Andalucía Baja, Aragón, Asturias, Baleares, Canarias, Castilla la Nueva, Castilla la Vieja, Cataluña, Cuba, Extremadura, Galicia, Murcia, Navarra, Puerto Rico, Valencia, Regiones Vascongadas.
Los Estados podrán conservar las actuales provincias o modificarlas, según sus necesidades territoriales.

Art. 2.º Las islas Filipinas, de Fernando Póo, Annobón, Corisco, y los establecimientos de Africa, componen territorios que, a medida de sus progresos, se elevarán a Estados por los poderes públicos.
Art. 3.º Son españoles:
  1. Todas las personas nacidas en territorio español.
  2. Los hijos de padre o madre españoles, aunque hayan nacido fuera de España.
  3. Los extranjeros que hayan obtenido carta de naturaleza.
  4. Los que, sin ella, hayan ganado vecindad en cualquier pueblo del territorio español.
La calidad de español se adquiere, se conserva y se pierde con arreglo a lo que determinen las leyes.
TÍTULO III. De los Poderes Públicos
Art. 39. La forma de gobierno de la Nación española es la República federal.

Art. 40. En la organización política de la Nación española todo lo individual es de la pura competencia del individuo; todo lo municipal es del Municipio; todo lo regional es del Estado, y todo lo nacional, de la Federación.

Art. 41. Todos los poderes son electivos, amovibles y responsables.

Art. 42. La soberanía reside en todos los ciudadanos, y se ejerce en representación suya por los organismos políticos de la República constituida por medio del sufragio universal.

Art. 43. Estos organismos son:
  1. El Municipio.
  2. El Estado regional.
  3. El Estado federal o Nación.
La soberanía de cada organismo reconoce por límites los derechos de la personalidad humana. Además, el Municipio reconoce los derechos del Estado, y el Estado los derechos de la Federación.
Art. 44. En África y en Asia posee la República española territorios en que no se han desarrollado todavía suficientemente los organismos políticos, y, por tanto, se regirán por leyes especiales, destinadas a implantar allí los derechos naturales del hombre y a procurar una educación humana y progresiva.
El golpe de Estado de Pavía del 3 de enero de 1874 impidió completar su debate en Cortes... quedando en el olvido (¿observaron que el proyecto identificaba a los diversos territorios insulares de Guinea como potenciales Estados federados y no como una unidad territorial indivisible?).

La segunda República se dotará igualmente de su correspondiente Constitución en 1931:
Art. 8º El Estado español, dentro de los límites irreductibles de su territorio actual, estará integrado por Municipios mancomunados en provincias y por las regiones que se constituyan en régimen de autonomía. Los territorios de soberanía del norte de África se organizarán en régimen autónomo en relación directa con el Poder central.
Art. 12 Para la aprobación del Estatuto de la región autónoma se requieren las siguientes condiciones:
a) Que lo proponga la mayoría de sus Ayuntamientos o, cuando menos, aquellos cuyos Municipios comprendan las dos terceras partes del Censo electoral de la región. (...)
En cualquier caso... ninguna de estas posibilidades tuvo la oportunidad de desarrollarse al verse su aplicación truncada por sistemáticos golpes de Estado.

lunes, 30 de noviembre de 2020

La discreta tierra ecuatorial II

¿Recordáis la entrada sobre el Refugio ecuatorial? y la de ¿La discreta tierra ecuatorial?

Según Rafael de Mendizábal Allende en Misión en África. La descolonización de Guinea Ecuatorial (1968-1969), el territorio servía no solo como castigo (como señalábamos en Desterrado... en Guinea), sino también como «refugio más o menos solapado...» de disidentes, pero también de aquellos que necesitaban distanciarse de conflictos.

Pero también sirvió como tierra de asilo durante 2 guerras mundiales, así contábamos recientemente en El recital español, que 

Conocemos de los refugiados alemanes de Camerún, que durante la I Guerra Mundial pidieron asilo en el territorio neutral de la Guinea Española. Incluso, en este paseo por la calle 19 de Septiembre de la vieja Santa Isabel hemos mostrado cómo los territorios limítrofes de Camerún y Gabón permitieron al inicio de la guerra civil "acogerse a sagrado" a los golpistas fallidos del Río Muni, y posteriormente a los frentepopulistas españoles tras el bombardeo y caída de Bata.

Y -en menor medida- esta situación se reproducirá con los franceses leales a Vichy, que desertaron y huyeron a Río Muni tras ser derrotados en la batalla de Gabón en noviembre de 1940.

Hoy, en "Arguineguín hace 104 años" nos recuerdan desde El Mundo que  precisamente que «Los primeros campamentos españoles para refugiados africanos fueron en Fernando Poo».

«Febrero de 1916. Antigua colonia Española de Guinea. Los combates en la vecina Camerún, hasta ese momento dominada por los alemanes, casi han cesado después de que las tropas del káiser Guillermo haya sido vencidas por los aliados franceses y británicos y la colonia germana se bate en retirada. Son 850 civiles, militares, funcionarios y comerciantes, pero con ellos emprenden la marcha los 6.000 soldados nativos que los alemanes habían adiestrado y que eran absolutamente leales a la bandera imperial y varias decenas de miles de cameruneses les acompañan. Las fuentes históricas que ha ido consultando Font Gavira —cuya investigación está plasmando en una tesis doctoral que verá la luz en breve bajo el título Los refugiados alemanes del Camerún. Impacto en la neutralidad de España durante la Primera Guerra Mundial— no se ponen de acuerdo acerca de la cifra de civiles cameruneses, pero rondarían los 50.000, algunos hablan de hasta 60.000 personas. En el paso fronterizo de Río Campo, los guardias coloniales españoles se limitan a dar la alerta al gobernador, instalado en la capital, Santa Isabel, en la isla de Fernando Poo, de la magnitud del éxodo que está cruzando a suelo español. Poco más pueden hacer, son tres, cuatro a lo sumo, guardias sin apenas equipamiento que asumen un papel poco más que de testigos de la riada humana que pasa antes sus ojos y que va a arribando a la ciudad de Bata. (...) 

Mujeres, niños, ancianos... Llegan en oleadas sin apenas pausa y cruzan la línea invisible de la frontera huyendo del hambre y de la guerra. Se cuentan por miles y no tienen más patrimonio que lo que llevan
encima.
En pocos días, en apenas unas semanas, son tantos ya que las autoridades se confiesan desbordadas.
No hay dónde alojarlos ni comida para alimentarlos y la crisis humanitaria estalla en toda su crudeza. Se hacinan junto al Atlántico, en asentamientos improvisados y sobreviven como pueden, de la caridad de los lugareños y de lo que se procuran por sus propios medios, que no son muchos. La situación es dramática y en las primeras semanas mueren más de mil de inanición y de enfermedades. El Gobierno español repatría a la mitad de ellos de forma expeditiva y con la promesa de que, al menos, no iban a ser objeto de represalias por su huida de su lugar de origen. Pero queda la otra mitad y la crisis no está resuelta, así que se opta por construir un enorme campo de refugiados en el que puedan esperar, ellos también, a ser devueltos a sus países...».





domingo, 29 de noviembre de 2020

El exilio del farmacéutico de Bata

Lo cuenta su hijo Gonzalo Matamala en su blog Memorias:
[...]
Por aquellos tiempos España había entrado en guerra consigo misma , al haberse producido el día 18 de julio el alzamiento franquista contra el gobierno de la República , en Guinea las cosas se polarizaron de la siguiente manera: la Isla de Fernando Poo se puso a favor de los sublevados mientras que en el continente se siguió fiel al gobierno legitimo; ello motivó que en ambos territorios de la colonia solo surgiese algún incidente sin importancia de ser destacado hasta que desde Santa Isabel decidieron someter a la parte del Muni, para lo que recurrieron al engaño y a la traición como demuestra el hecho de que se presentara un barco de pasajeros armado con un cañón bajo bandera legal, luego una vez en la bahía de Bata arriaron esta bandera e izaron la bandera de los rebeldes (la actual) y sin previo aviso comenzaron a bombardear la ciudad y en especial muchos de los cañonazos fueron dirigidos hacía nuestra casa, ya que al parecer la confundieron con un centro oficial como la sede del Subgobierno, esta confusión se debió a que en días anteriores se había celebrado en nuestra casa un recepción para celebrar el aniversario de la instauración de la república, y por ello habían puesto frente a la misma banderas y gallardetes; al parecer el hecho de que este evento de celebrase en nuestra casa era el haber sido elegida por ser uno de los pocos edificios edificados de ladrillos al igual que las casas de Europa, también por se la única que en aquel tiempo tenía un salón lo suficiente amplio (el hall de la farmacia) con aforo suficiente para la celebración de estos eventos, puesto que la sede del subgobierno carecía de un local que reuniera las condiciones para ello.
Ese día sobre las seis de la mañana comenzaron a bombardear como antes he expuesto por lo que salimos de casa con apenas lo puesto y siguiendo los consejos de mi padre nos reunimos una cantidad de personas y salimos en coche camino del Camerún con el fin de no caer en manos de aquellos que querían adueñarse de la ciudad y que según mi madre no habrían dudado en matar a todos aquellos que no fueran adictos al gobierno dictatorial Fascista por lo que huimos a la mencionada colonia francesa después de toda una noche por la selva y caminos prácticamente meras sendas llegamos a Duala y de allí fuimos a Yaundé, donde se nos unió nuestro padre que se había quedado en Bata haciendo frente al desembarco de tropas en la playa y el con otros siete españoles impidieron que este se llevara acabo durante tres días con apenas armas ya que solo disponían de una ametralladora, desde Yaundé nos trasladamos al Gabón dirigiéndonos a Libreville donde tomamos un barco francés llamado Asia , desde el que comenzamos un nuevo periplo.
Cuando llegamos al Camerún sin apenas tener nada por que como he dicho salimos precipitadamente de nuestra casa sin tiempo siquiera para recoger nuestras pertenencias mas imprescindible fuimos atendidos por las autoridades francesas no así por la misión católica la cuál decía a los negros de ese país les dijeron que éramos demonios que queríamos matar a los cristianos, en cambio no fue así por parte de los protestantes que en verdad nos ayudaron en todo cuanto pudieron.

Desde Libreville comenzamos un periplo agotador ya que desde ese puesto nos partimos a Lagos y de allí fuimos a Fritao y Dakar y de allá fuimos a Burdeos , yo recuerdo que en el puerto de Libreville cuando comenzábamos a embarcar ví en la cubierta del barco a un niño que se llamaba Ferandito que también era refugiado, pues bien yo me empeñe en que quería ir donde aquel niño que era mayor que yo por lo que cogí una enorme rabieta a lo que mis padres se opusieron. Esta rabieta se me pasó una vez que embarcamos , también tengo algunos recuerdos de nuestra permanencia en el barco como del comedor así como de una tienda en la que mi padre me compró un juguete consistente en un pato de un material de pasta parecida al plástico y que flotaba en el agua, tampoco he podido olvidar como arrojaban los desperdicios al mar desde una de las cubiertas.
Cuando llegamos a Burdeos tomamos el tren con destino a España; todavía tengo en mi memoria la estación de ferrocarril que me parecía enorme y recuerdo que era metálica ese recuerdo lo tengo grabado en mi mente como si ayer hubiese ocurrido.

Poco después llegamos a España entrando por Port-Bou dirigiéndonos a Barcelona donde al ser refugiados nos internaron en el estadio de Montjuit...

La narración de su vivencia en ese exilio puedes leerla íntegra en la entrada de su blog Recuerdos de mi primera infancia.

Instrucción sobre la caída de Bata, recogiendo la declaración de Rafael Matamala.
Fotografía del twitter de su nieto D Matamala.

En el Boletín Oficial del Estado del 30 de julio de 1940, el TRIBUNAL REGIONAL DE RESPONSABILIDADES POLÍTICAS DE LOS TERRITORIOS ESPAÑOLES DEL GOLFO DE GUINEA publica la siguiente sentencia:


Rafael Matamala Baeza (Droguero)Dos años de destierro de estos Territorios y la multa de dos mil pesetas
Una forma más de perseguir castigar al derrotado... ya que Rafael Matamala había fallecido tres años y medio antes, el 17 de diciembre de 1936, en acción de guerra en Teruel.

Después de años de ensañamiento, incluso tras su muerte, en 1957 se anota en su expediente que ha sido indultado.

jueves, 12 de noviembre de 2020

El recital español

Tanques Hotchkiss H-35,
1era Compañía de carros de combate 
de la Francia Libre en la 
Campaña de Gabón.

Conocemos de los refugiados alemanes de Camerún, que durante la I Guerra Mundial pidieron asilo en el territorio neutral de la Guinea Española. Incluso, en este paseo por la calle 19 de Septiembre de la vieja Santa Isabel hemos mostrado cómo los territorios limítrofes de Camerún y Gabón permitieron al inicio de la guerra civil "acogerse a sagrado" a los golpistas fallidos del Río Muni, y posteriormente a los frentepopulistas españoles tras el bombardeo y caída de Bata

Para algunos de éstos últimos ese cruce de frontera fue de hecho el inicio del exilio.

Pero no se suele guardar memoria de los exiliados franceses que buscaron refugio en Río Muni tras la batalla de Gabón durante la guerra civil entre la Francia libre bajo el mando de Charles de Gaulle y la colaboracionista de Vichy. 

En agosto de 1940, Leclerc inicia su gira africana y tras una serie de frustrados intentos de la 13ª Demi Brigade de la Legión Extranjera por desembarcar en Dakar, los expedicionarios empiezan su periplo colonial en el puerto camerunés de Duala, donde reciben una cálida bienvenida y el 27 de agosto Camerún se adhiere a la Francia Libre. En cambio, los soldados y civiles de Gabón, incitados por el obispo local, permanecerán leales a Vichy, por lo que el siguiente destino será Libreville (Gabón), vía principal de entrada de las colonias francesas del África Ecuatorial. Así, tras desembarcar en la bahía de Corisco, remontan el rio N´Tsini y traban combate por primera vez con las fuerzas de Vichy. 

La batalla de Gabón inicia con la toma de Mitzic por las Fuerzas Francesas Libres, seguida de Lambaréné. Tras duros combates (bombardeos incluidos), las tropas dirigidas por los generales gaullistas Leclerc y Koenig conquistan Libreville, y el 12 de noviembre capitulan las tropas de Vichy de Port-Gentil. Este episodio de la II Guerra Mundial, concluye con el suicidio del gobernador Masson, y la huida de los leales a Vichy al territorio español de Río Muni. Éstos fueron evacuados en diferentes fases del territorio español para reincorporarse a la Francia de Pétain.




El 3 de septiembre de 1940, Falange: diario de la tarde publicaba que «El lunes al mediodía, la radio francesa desmintió categóricamente las noticias según las cuales se ha extendido también a la colonia de Gabón el movimiento rebelde fomentado por el general De Gaulle dijo el locutor que el gobierno francés ha recibido un telegrama del alto comisario de Dakar, Boisson, diciendo que reina absoluta tranquilidad en dicho territorio colonial…». Dos meses después, Libreville era liberado por las tropas de Leclerk.


Aunque La Guinea Española no recogerá noticias de la batalla de Gabón siguiendo la lógica de no mostrar conflictos entre europeos, la prensa peninsular sí publicará diferentes informaciones. 

Incluyendo la denuncia del sufrido confinamiento de 500 prisioneros franceses que pelearon contra "los de gaullistas". De ahí huirán esporádicamente a territorio español, según José U. Martínez Carreras en Guinea Ecuatorial española en el contexto de la Segunda Guerra Mundial:

Días después, el buque «Calvo Sotelo» lleva a Santa Isabel desde Bata a ocho franceses de Vichy, marineros del «Bougainville», que se ha visto implicado en las operaciones próximas a Libreville, y que han sido acogidos como internados de guerra en Fernando Poo; también a comienzos de 1941, otros nueve marineros franceses escaparon de un campo de prisioneros en Gabón y se refugiaron en Río Muni.

Se generó, un éxodo de huidos y desertores franceses de Gabón. Una vez más, la misma frontera que protegió a los refugiados alemanes del Camerún de la I Guerra Mundial sirvió de protección a los franceses leales a Vichy que buscaban refugio en el Muni: la frontera sur que había protegido un año antes a los soldados franquistas tras la escaramuza del río Ekuku o incluso a los republicanos tras la caída de Bata volvió a ser protagonista.

Y el gobernador general -en funciones por ausencia de Juan Fontán- Víctor Suances verá con preocupación cómo el territorio continental quedó rodeado por los aliados y tan sólo el río Utamboni le separará de soldados republicanos organizados y mejor equipados que las tropas coloniales. Luis de Sequera recogerá en Poto Poto, las tropas de guarnición en los territorios españoles de Guinea, cómo los aliados se referirán al gobernador como «de tendencia acusadamente germanófila, se favorece el internamiento de franceses huidos de la prisión del Gabón, así como las actividades y concentraciones de alemanes en Guinea, y no se reconoce al gobierno de Francia Libre por considerarlo rebelde al de Vichy».

Pero es normal que no te suene: a la amnesia colectiva sobre Guinea Ecuatorial, hay que sumarle el temor del Gobierno franquista de evidenciar su velada colaboración con los países del Eje de los que era claro aliado el régimen del mariscal Philippe Pétain.

Si buscamos bien, seguramente este suceso con eufóricos soldados republicanos españoles en Gabón, separados tan sólo por el río Utamboni del territorio bajo administración española... y que supondrá el aislamiento de la España de Franco en el África ecuatorial, daría para otro interesante episodio de El Taiwán Ibérico

No lo haremos en esta ocasión, ya que cada vez que sacamos el tema se generan acaloradas discusiones (casi tantas como cuando dijimos que Negrín fue el primer presidente africano de España). Tan sólo vamos a rescatar un fragmento de Morir bajo dos banderas de Alejandro M. Gallo, que narra cómo terminada la guerra civil española, los soldados de la II República se dispersaron por el mundo. Meses después, al comenzar la II Guerra Mundial, algunos reagruparon en las unidades militares que combatieron al nazismo y al fascismo en todos los frentes, no sólo con las tropas de Lecrec que liberaron París, también con las que liberaron de Gabón, en donde los españoles de la 13ª DBLE participarán en algunos de los enfrentamientos más decisivos, como la toma del aeródromo de la capital, Libreville.

Entre otros el adjudant Felipe Maeztu y Etelvino Pérez, siendo condecorados con la Compagnon de la Libération y Chevalier de la Légion d'Honneur, o Antonio Medina Pérez "Turuta" y Miguel Campos que junto a La Nueve entró en primer lugar en París en agosto de l944:

(...) en un lugar perdido u oculto del Camerún o el Gabón o en medio de ambos o de ninguna parte con nombre propio, se asentaba uno de los batallones coloniales de la Legión Extranjera y lo que en ellos pasó sería el germen de vuestro asalto a los cielos. Los que habían regresado vivos de allí dijeron que se hallaba «en el manglar cerca del estuario del río Muni»; «incrustado en las piedras de los Montes Cristal», alegaron los que nunca lo visitaron; «con los dioses vengativos, en la cumbre del Iboundji», murmuraban los nativos; «en un valle profundo del Ogooué», publicitaban en la Legión. Cualquiera que fuese su ubicación exacta, sólo había una cuestión clara: nadie la conocía.
(...) los acontecimientos en el África Ecuatorial Francesa se precipitaban sin llegar aún a vosotros. Era viernes cuando noviembre de 1940 hizo su aparición bajo lluvias violentas y una temperatura de veintinueve grados. Aquel día, los integrantes del batallón colonial de Gabón no se despertaron a las cinco al toque de corneta. Media hora antes, una explosión a lo lejos los sacó de los camastros. 
-Han entrado en nuestras líneas. Todo el mundo a sus puestos -gritó el comandante Decoux. Los legionarios revisaron sus correajes, comprobando que las granadas de mano se encontrasen bien amarradas. Después empuñaron los fusiles y corrieron a ocupar las posiciones de defensa que mil veces habían ensayado. Aquella mañana, la bandera no se izó.
-Leclerc pensó que nos cogería desprevenidos, pero se equivocó -sentenció el comandante desde una de las torres de vigilancia, mirando por los prismáticos. Más explosiones. El cuerpo expedicionario de vanguardia de Leclerc caía en el campo de minas oculto entre la densa vegetación de la tundra. De repente llegó el silencio. «Se retiran», se dijo el comandante. Pero una explosión cercana le impidió saborear la idea. Un proyectil enemigo había impactado contra una de las torres del campamento, derrumbándola.
-¡Mierda, tienen artillería! -aulló Decoux-. ¡Todos a cubierto!
-Por el impacto no parece artillería pesada. Debe tratarse de un proyectil del 75 -opinó uno de sus tenientes. Tres nuevas explosiones en la selva produjeron más bajas en la vanguardia de Leclerc, pero, además, esta vez habían sonado cerca de las trincheras. Los legionarios del batallón colonial no habían disparado sus armas. Les habían educado bien y no malgastaban municiones. Con el dedo en el gatillo, esperaban a que asomara alguien entre la vegetación. Le siguió una media hora sin detonaciones, lo que indicaba que los soldados de choque de Leclerc habían abierto un corredor seguro. En cualquier momento se lanzarían sobre las trincheras y casamatas. La tensión crecía entre los hombres del batallón colonial. Ahí estaban: un pelotón se lanzó sobre una de las esquinas de la línea defensiva que bordeaba el fuerte. Granadas y balas llovieron sobre ellos. Uno a uno, comenzaron a caer. Sólo dos llegaron con vida, bayoneta en mano, hasta la posición de la primera sección de los coloniales. Una ráfaga de balas los tumbó dentro de la zanja defensiva. El sargento Torres se acercó a los caídos. Uno de ellos, un muchacho que alcanzaba con dificultad los veinte años, aún vivía. Torres le colocó la mano bajo la nuca y elevó un poco su cabeza del suelo.
-¿Quieres agua, chaval? -le preguntó en francés.
-No, maldito francés fascista -contestó el otro en castellano, y escupió.
-«¿Francés fascista?» -repitió Torres, sin salir de su asombro -. ¿Eres español?
-Claro que… ¿Tú también?
-¿Hay más de los nuestros con Leclerc?
-Sí, algunos que… combatimos a los nazis en…
-¡Médico para este soldado! -gritó el sargento y, mirando a los ojos del herido, añadió-: Muchacho, acabas de detener una matanza. Torres salió de la trinchera y corrió al encuentro del sargento jefe Fábregas y del cabo García.
-Seguidme -les ordenó-. Hay que liberar a Campos y detener esta locura. Los tres corrieron entonces entre las balas y el aguacero hacia el interior del fuerte. Su objetivo: el calabozo de tropa. El cabo García, manipulando una palanqueta, arrancó el candado de la cadena que aprisionaba la puerta de la celda.
-Campos -dijo el sargento Torres-, tenías razón: hay españoles con la Francia Libre.
-¿Qué hacemos? -preguntó el sargento jefe Fábregas.
-Id a detener a los tenientes; si se resisten, los matáis. Luego explicáis lo que ocurre al resto de los soldados españoles e izáis bandera blanca.
-¿Y tú? -preguntó Fábregas.
-Yo me ocuparé del señorito del comandante. Los tres mandos españoles de aquel batallón, jóvenes veteranos de una guerra perdida contra el fascismo en España y nada dispuestos a desaprovechar la revancha que les ofrecía la Historia, se apresuraron a cumplir las órdenes de su adjudantchef. Campos irrumpió con un fusil ametrallador en el despacho de Decoux, que, parapetado tras sacos de arena, oteaba el exterior con los prismáticos.
-¡Qué cojones…! -exclamó el francés, sin acabar la frase.
-Mi comandante, o iza la bandera blanca o queda detenido.
-Adjudant-chef, se lo advierto: esto es sedición y se castiga con la muerte. No sume al quebranto de su arresto mayor gravedad. Baje el arma. ¡Se lo ordeno! -gritó, y llevó rápidamente su mano a la cartuchera.
-Mi comandante, no lo haga.
-No va a mancillar un piojoso español el honor de mis raíces familiares -dijo, alzando la pistola.
-Se lo previne -sentenció Campos, y disparó una ráfaga. El comandante se retorció mientras su pistola se estampaba contra el suelo y su sangre brotaba del pecho y la boca.
-Este ya es historia -susurró el sargento jefe Fábregas, entrando en ese momento.
-¿Y los tenientes? -preguntó Campos.
-Detenidos.
-¿Alguna resistencia más?
-Ninguna, los suboficiales son nativos y no quieren morir. Y, por supuesto, la tropa española está con nosotros.
-¿Izasteis la bandera?
-Incluso está limpia, la condenada. Fábregas señaló el mástil donde hasta ese día había ondeado la tricolor para dejar paso a una sábana. Desde la ventana, Campos gritó:
-Coronel Leclerc, soy el adjudant-chef Miguel Campos. Pido un alto el fuego para que hablemos. Los disparos de los dos bandos cesaron y la tundra se silenció.
-Vamos -ordenó Campos a Fábregas. En cuatro zancadas alcanzaron la puerta del fuerte y la abrieron. Campos caminó despacio, seguido de Torres y Fábregas; el cabo García iba el último con un fusil ametrallador en bandolera, como protegiendo a los demás. Fábregas se situó a la derecha de Campos, y Torres a la izquierda. A veinte metros de la puerta y cincuenta del primer arbusto, se detuvieron. El silencio se había apoderado de las trincheras, del fuerte y de la selva. La bandera blanca se sacudía mecida por el cálido y violento viento que presagiaba el reinicio del diluvio. De pronto un todoterreno se interpuso entre los cuatro mandos y la selva. Cinco galones blancos: un coronel. Su figura les llamó la atención: botas de antílope y traje y gorra coloniales, muy desgastados. No era ningún señorito, sino un combatiente. Descendió del vehículo y andando con dificultad apoyado en un bastón, se ubicó a diez pasos de Campos. Pero si su estampa sorprendía a los mandos del batallón colonial, al coronel tampoco le pasó inadvertida la imagen de aquellos hombres que le esperaban: camisa abierta, barba de meses y cabeza rapada. El sargento de la derecha del adjudant-chef incluso llevaba un arete dorado. «Dan miedo al miedo. Parecen salvajes», pensó Leclerc. Frente a frente, los dos jefes de aquellos destacamentos se miraron a los ojos bajo la lluvia torrencial que había regresado y a la que se mostraban ajenos. Comprendieron que tenían algo en común: ambos habían borrado de sus diccionarios particulares la palabra miedo. Leclerc fue el primero en hablar. Tras presentarse, preguntó:
-¿Quiere plantearme las condiciones de su rendición?
-¿Rendición? -exclamó extrañado Campos-. No, coronel. Nosotros nunca nos rendimos.
-Entonces, ¿de qué quería parlamentar?
-De sumar nuestro batallón a la Francia Libre. Leclerc sonrió y, apoyándose en su bastón, se acercó tres pasos hacia Campos. Se acarició el bigote.
-Contrato hasta echar a los nazis de la Francia ocupada - contestó.
-Hasta el fin de la guerra, coronel.
-Expulsar a los nazis de territorio francés es el final de la guerra.
-Nuestra guerra es contra el fascismo.
-Que así sea, adjudant-chef. Hasta ese final, entonces. Se dieron la mano y gritos de «¡Viva la Francia Libre!» y «¡Viva la II República!», tanto en castellano como en francés, irrumpieron desde las trincheras y entre la espesura de la selva.
-Puede izar su bandera, mi coronel.
-Campos señaló el mástil sobre el que ondeaba la sábana.
-Nuestra bandera, adjudant-chef
-corrigió Leclerc, y se giró hacia el jeep para gritar-: Teniente Dronne, ordene traer la bandera de la Francia Libre.
-Tuguta -llamó el teniente girándose hacia la selva.
-¿Tuguta? -murmuró Campos extrañado. Entonces, de entre la espesura de la tundra, un soldado moreno y bajito, con una trompeta y una bandera tricolor cruzada por la Cruz de Lorena, avanzó rápidamente hacia la puerta del fuerte. Al llegar a la altura de Campos, le dijo:
-A sus órdenes, mon adjudant-chef Soy el Turuta. Nací en Ciudad Real y también combatí contra el fascismo en España. Me llamo…
-Tuguta -exhortó de nuevo el teniente desde el jeep-, coloque la bandera de una puta vez. El Turuta iba a iniciar la carrera hacia el mástil, cuando Campos ordenó al sargento jefe Fábregas:
-Entrégale una bandera de la II República y que la ice también. Nosotros, a partir de ahora, peleamos bajo dos banderas. Leclerc sonrió.
-Veo que no es su costumbre solicitar permiso a sus superiores -comentó.
-Mi lema es «Ni Dios, ni amo». El coronel meneó la cabeza y añadió:
-Extraño sitio para un anarquista.
-Extraño sitio para un aristócrata, mi coronel. La incipiente tempestad se convirtió en testigo de la alianza de sangre firmada, en aquel instante, entre aquellos dos hombres.
-A propósito, adjudant-chef, ¿este Batallón de Marcha no tenía oficiales franceses?
-Ordené que se les encerrase, al seguir defendiendo al régimen de Vichy…
-Entiendo. ¿Quién estaba al mando?
-El comandante Decoux.
-Ah, Jaques Marie Decoux. El hijo del duque de Mena… Voy a hablar con él.
-Me parece que no será posible, mi coronel.
-Y eso, ¿por qué?
-Contrajo una extraña enfermedad y murió de repente.
-Una lástima.
-Leclerc se giró de nuevo hacia el teniente Dronne y le ordenó-: Teniente, que los hombres entren al fuerte a guarecerse de la lluvia.
-¿Cuál es el siguiente paso, mi coronel? -preguntó Campos.
-Tomar el último foco de resistencia del África Ecuatorial Francesa: Libreville.
-Lo defienden franceses, mi coronel.
-Lo sé.
-Leclerc tragó saliva, alzó su mirada al cielo y sentenció-: Será nuestra propia guerra civil.





Imágenes de la campaña de Gabón
Y un último párrafo:

-Cuando la 13.ª asaltó el aeródromo -dijo Leclerc-, se oyeron gritos en español desde sus filas. Koenig sonrió.
-¿Gritos como estos? -preguntó, y alzó la voz-: «¡Cómo en el Ebro, compañeros!». «¡Cómo en Madrid!». «¡No pasarán!»…
-A eso me refiero.
-Lo llamamos el «recital español». Todos los republicanos españoles se lanzan al ataque a golpe de esas consignas. Para ellos esta guerra es continuación de la suya.
-¿Cuántos españoles tienes en la 13.ª?
-La mitad: quinientos. Pero en la 1.ª División hay casi tres mil. (...)



Así que no sólo participaron los exiliados republicanos en la liberación de París; también en la de Libreville.


Homenaje a La Nueve.

martes, 10 de noviembre de 2020

Un català d’Urgell venerat a Malabo

¿Recordáis la entrada El santoral ecuatoguineano? y ¿La nostra Guinea?

Pues nos acabamos de tropezar con un viejo artículo que os compartimos:

Un català d’Urgell venerat a Malabo

La historia de Guinea Ecuatorial está muy marcada por la labor de los claretianos, la congregación fundada por el catalán San Antonio María Claret, que con su labor evangelizadora hicieron un gran bien a aquellos pueblos hermanos. El año 1883 llegaba a Guinea la primera expedición de 12 Misioneros Claretianos. A esta primera expedición seguirían otras, sin interrupción, de tal suerte que en poco más de 2 años se encontraban trabajando incansablemente en aquellos territorios un total de 64 claretianos y habían fundado 8 misiones: 4 en la isla de Fernando Poo, la actual Bioko, una en la isla de Annobón, otra en la de Corisco, una en la isla de “Elobey Chico” y la octava en la zona continental de “Cabo San Juan”. Con la fundación de una misión se fundaba siempre un colegio.



El padre Armengol Coll fue el primer obispo de la orden de los claretianos, y una de las figuras claves en los primeros años de historia de Guinea Ecuatorial. Nacido en Ibars de Urgel en 1859, llegó a Malabo (entonces Santa Isabel), en el año 1890. Durante su larga estancia allí recorrió todas las islas, así como la zona continental; se relacionó con todas las etnias del país y aprendió sus distintas lenguas y culturas. En 1909 dio un paso trascendente con la creación de un instituto religioso femenino, que fue además la primera congregación religiosa autóctona africana, y que llevaría el nombre original de “Auxiliares de las Misiones”, hoy “Misioneras de María Inmaculada”. Más tarde, en 1914, fundó en Riaba el primer seminario para la formación de clero indígena.

No es de extrañar que los restos del obispo Armengol Coll -el Padre Grande de Guinea- reposen en la Catedral de Malabo, donde son venerados por los fieles ecuatoguineanos, agradecidos por el inmenso bien recibido de este hijo de la comarca de Urgell. (...)






martes, 3 de noviembre de 2020

Las maestras auxiliares

¿Recordáis la entrada La Sección Femenina?

Fue una narración memorable en este paseo por la calle 19 de Septiembre de la vieja Santa Isabel.

Uno de los resultados de esa opción africana de la Sección Femenina es el surgimiento de una generación de maestras auxiliares. De hecho, ellas garantizarán la supervivencia del movimiento tras la salida de los cuadros españoles en 1969.

«Franco y Carmen Polo de Franco con las maestras auxiliares 
de Guinea Española» dirá el archivo.

Hay interesantes registros fotográficos de sus formaciones y desplazamientos a la península, pero de todas ellas -aunque tenga menor valor documental- nos quedamos con ésta de Franco y Carmen Polo recibiéndolas.

lunes, 26 de octubre de 2020

Robinsones del África

Recogíamos en Los white hunters, cómo el viril "hombre nuevo" del fascismo español se ejemplificaba en el cazador e intrépido explorador del último reducto del mundo salvaje.

Y recordaréis que cerrábamos el relato con la portada de un viejo cómic:


No podía ser de otra forma: aunque el ibérico Roberto Alcázar (y su joven compinche Pedrín) como "Robinsones del África", no son igual que "Tintín en el Congo",... ambos cubren cuota como intrépidos aventureros españoles.

Pero ¡carraspeta! -como diría Pedrín-, parece que gustó el guiño vintage, por lo que os incluimos los enlaces de acceso al folletín: