Cuenta Gemma Mañá Delgado en "La voz de los náufragos: la narrativa republicana entre 1936 y 1939" respaldado con fragmentos de "Guinea Mártir - Narraciones, notas y comentarios de un condenado a muerte" escrito por Ángel Miguel Pozanco que:
"Con intromisiones de ciudadanos alemanes, el 14 de octubre de 1936, llegó frente a Bata el vapor faccioso Ciudad de Mahón, pintado y camuflado como barco de una naviera alemana. Con dos cañonazos destruyó el Fernando Poo y atacó la sede del Subgobierno. En el ataque al Fernando Poo también murieron varios tripulantes y otros fueron hechos prisioneros. Soldados marroquíes bien armados, que fueron desembarcados en Bata, no respetaron nada ni a nadie.
Caparrós, del comité de a bordo,
fue asesinado por los facciosos cuando el Ciudad de Mahón se dirigía a Santa Isabel:
Nos contaron la manera inhumana con que llevaron a efecto este asesinato los fascistas. Un moro, al conjuro de las palabras "éste, incomunicado", le segó la cabeza de un golpe de alfanje, después de haberle martirizado horrorosamente (p. 165).
Sin armas, el 14 de octubre de 1936,
Hernández Porcel ordenó evacuar Bata hacia Ambán y Ebebeyín -en la frontera con el Camerún-. Otros republicanos huyeron a Gabón a través de la selva.
Los europeos leales a quienes sorprendió el desembarco sobre el sur continental y aún algunos rezagados involuntariamente por causa de enfermedad, hubieron de abandonar el territorio adentrándose en Gabón. El éxodo de éstos resultó algo inenarrable: a través del bosque desconocido e impenetrable, acechados por las fieras de la selva, alimentándose de comida indígena no siempre encontrada, pernoctando en poblados alejados poco frecuentados por europeos, con la constante amenaza de verse perseguidos, adquirió dramatismo que enerva el ánimo mejor templado. Así, tras un recorrido que consumió para algunos varias semanas, llegaron a Gabón los últimos; varios de ellos dando un largo rodeo se dirigieron al Camerún; unos y otros atacados por el paludismo, enfermos, a punto e pagar con la vida su inquebrantable voluntad de seguir denominándose españoles...
Algunos aún querían resistir sin armas, por lo que depusieron a Hernández Porcel.
El brigada Fontanet decidió resistir en Ebebiyin, último puesto antes de pasar a Camerún, produciéndose un enfrentamiento con la columna nacional, resultando con varias bajas los republicanos.
El 15 de octubre llegaron a Camerún en busca de asilo hasta que pudiesen regresar a zona republicana. Tras estos hechos, los sublevados aprovisionaron Guinea con material de guerra y especialistas alemanes. La nueva guardia marroquí controlaba todo y cometió toda clase de abusos incontrolados con los nativos, muchos de los cuales también migraron al Camerún. En Burgos, el subgobernador Hernández Porcel y Ángel Miguel Pozanco fueron condenados a muerte en ausencia."
El 19 de octubre, Rodrigo Miralles desde Camerún remite al Diario de Almería una carta narrando la situación que han vivido y en la que se encuentran:
Relación de españoles refugiados en el Cameroun
Emilio Fontanet, Ángel García Villalba, Eugenio Domingo, Rafael Maciello, su señora y dos hijos; Antonio López y su señora; Toribio Villalobos, Juan Antonio Ortiz, Luis del Caso, Juan Notario Notario y su señora; Rafael Matamala, señora y dos hijos, Gabriel López Cano, señora y dos hijos; José Cazorrán; José Cuervo y señora; señora de Garriga; Fidel Miralles; Juan Bernat; Antonio Tinoco; José Martínez y señora; José Navarro; Enrique Ghofre; Martin Rmestoy; Julián Cortés y señora; Francisco Camps; Miguel Riestra; Alejo Cuadra; Inocencio Ferro; Daniel Martínez; Catalino Gómez, su señora y dos hijos; Domingo González; José Garrido; Raimundo del Pozo; Rafael Bauchaud; señora de Molina, su madre y su hija; Luis Martínez, su señora y tres hijos; Arturo Lemus; Severino Carnaval; Rufino Martínez; Juan González; Francisco Ruiz; José González y un hijo; Vicente Urigen; Juan de la Iglesia; Andrés Artieda; Rodrigo Miralles; Francisco Azapiri y señora; Manuel Vázquez; Francisco Picó; Juan Manuel Vilella; José Correa; Isidro Álvarez; Anselmo Mínguez; Alejandro Blanco; José Lozano, su señora y su hija; Miguel Ruiz Ramírez; Diego Ruiz Gardyn; Eduardo Ruiz Gardyn; Luis Cruz; señora de Iranzo y su hija; señora de Sánchez; Luis Mazo; Antonio Martínez, su señora y un hijo; Ernesto Ruiz; Luis Santos; Enrique Méndez; Eugenio Martin; Marcelino Seuva; Jaime Menkara; Emilio del Arca, su señora, el padre y cinco hijos; Juan José López; Manuel Feneiro; Juan Ferreiro; Gerardo de las Herras; Narciso Colell; Luis Abaunza; Federico Guardón; Anselmo Herráiz; Pedro Emvid; Juan Munné, Higinio Mazorra. Además de los anteriormente citados, se han refugiado por la parte del Gabón y Kribi bastantes españoles, y se cree que casi todos estamos a salvo. Hay que lamentar la muerte y desaparición de muchos de los tripulantes del barco. La mayoría de ellos embarcarán dentro de unos días para España y se cree que hay algunos más, refugiados en los bosques. Hago constar que todas las familias que tenían parientes en Bata deben tener confianza hasta el último momento, porque los que se refugiaron en los bosques tardarán varios días en aparecer y no sabemos aún la lista y total de los refugiados en otras partes del Cameroun.
El mismo 15 de octubre se cesa, por rebeldía, a los funcionarios del continente que habían huido a Camerún y se incautan sus bienes.
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El diario La Libertad de 4 de febrero de 1937 recoge la noticia "El paquebote «Asie» ha llegado a Burdeos, trayendo a bordo
53 españoles embarcados en Doala (Camerún). Estos pasajeros eran funcionarios republicanos
o colonos de Bata. Entre ellos se encuentran Miguel Ruiz, Ramón Almirez, alcalde
de Bata, y Rafael Iranzo Núñez, comandante del puerto. Los pasajeros han
declarado que el día 14 de Octubre, el «Ciudad de Mahón», afecto a la flota de
Franco, y procedente de Fernando Poo, disparó sobre Bata. Un buque con
numerosos pasajeros, anclado en el puerto de Bata, fue hundido, pereciendo 17 personas.
Los habitantes de Bata huyeron en automóvil hacia Gabón. Algunos se encuentran
aún en Dousville. Otros se trasladaron al Camerún y los restantes embarcaron a
bordo del paquebote «Asie»". |
Fernando Ballano, en "Aquel negrito del África tropical: el colonialismo español en Guinea" recoge que:
Para los funcionarios que se quedaron, el 20 de octubre, por orden del Gobierno general se establece la obligación, para poder seguir cobrando el sueldo, de firmar una declaración jurada que rezaba: «X, español, funcionario del Estado, declara bajo palabra de honor y jura ante Dios no haber hecho armas contra el Movimiento salvador de España, al que ha servido fielmente y sin interrupción desde su iniciación en estos territorios, ofreciendo al nuevo régimen establecido su adhesión incondicional, prometiendo por su honor y jurando ante Dios su fidelidad más absoluta y leal al mismo».
Igualmente, documenta Donato Ndongo Bidyogo en la ponencia "
Reivindicaciones de España. La proyección del fascismo en el Golfo de Guinea (1936-1945)" realizada dentro del III Seminario Internacional sobre Guinea Ecuatorial que:
No revistieron importancia militar las breves escaramuzas de la Guerra Civil en el golfo de Guinea. Aunque se confirmaría en octubre, con la llegada de las tropas de ocupación –integradas por marroquíes–, en septiembre estaba consolidada la situación a favor del bando franquista. Son de un marcado carácter represivo las primeras disposiciones de la cabeza visible del Nuevo Estado en la colonia, el teniente coronel Luis Serrano, jefe de la Guardia Colonial. Destaca la prohibición del abono de nóminas “sin la presencia del interesado”, orden destinada a suspender de empleo y sueldo a los empleados que hubiesen huido o estuviesen presos, y facilitar la localización de los escondidos; decretó la baja de cuantos funcionarios prestaran sus servicios en la Guinea continental “hasta tanto se depure individualmente su conducta”; el Gobierno General incautó todos los bienes de las “personas desafectas al Movimiento Salvador de España”, consideradas tales los detenidos por haberse opuesto directa o indirectamente a la sublevación. Desde el 20 de octubre, ningún funcionario podía percibir haberes con cargo a los presupuestos generales de la colonia o cualquier otro organismo público, semipúblico o que tuviese préstamos de entidades oficiales, sin antes adherirse al nuevo régimen mediante juramento solemne de “absoluta fidelidad y lealtad”, disposiciones que afectaban por igual a colonos y nativos.