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domingo, 21 de julio de 2024

El cartero poeta

Contaba Juan Rodríguez Doreste en su vivencia de confinamiento en el campo de concentración del viejo Lazarero de Gando que «Llevábamos algunos meses en Gando cuando llegaron los detenidos en la Guinea española, que procedían de la isla de Fernando Poo y del territorio del Río Muni, a los cuales se habían incorporado los tripulantes capturados del vapor de la Compañía Trasmediterránea, llamado precisamente el Fernando Poo, hundido en las aguas del puerto de Bata. Eran aproximadamente unos ciento cincuenta en total, entre tripulantes y coloniales. De los primeros salieron las bajas más importantes que causó la expedición conquistadora. (...) Y así un día aparecieron por Gando, derrotados, pálidos, con evidentes señales del estrago corporal que les había causado una reclusión que lindaba en infrahumana. Constituían un buen contingente, muy heterogéneo de composición, pero muy homogéneo en la solidaridad, en el buen espíritu. Venían funcionarios caracterizados: el tesorero de Hacienda, el jefe de Correos, el jefe de la Policía gubernativa, el comisario López García, pintoresco personaje, realmente detenido por error, pues no era ni chicha ni limonada, dependientes de la Curaduría, algunos profesionales, cultivadores y finqueros, escritores, un excelente poeta, etc. y la totalidad de la tripulación del Fernando Poo».

Sobre los funcionarios de correos José Lizcano Barco e Isidro Álvarez Martínez, ya hemos desarrollado un par de paseos por este recorrido en la calle 19 de septiembre de Santa Isabel.

Pero sobre Luis Buelta Saura, el cartero destinado en Santa Isabel, apenas un párrafo:

...adscrito a la oficina de Correos en Santa Isabel, para el que el fiscal pedía cadena perpetua, pesó mucho su compromiso con el semanario El Defensor de Guinea. Como La Guinea Española relataba en su edición del 21 de mayo de 1939, «llegó afortunadamente en 19 de septiembre de 1936 el alzamiento nacional en esta isla, y los Sres. Buelta, Gay, Robles y demás comparsa del Frente Popular fueron retirados de la circulación; y por tanto, muerto y sepultado EL DEFENSOR DE GUINEA, y la imprenta del Sr. Robles incautada por el nuevo Estado...», por lo que finalmente fue condenado a 10 años de prisión.
 
Rodríguez Doreste sí le dedica algo de atención: «Otro sensible poeta, antiguo jefe de Correos de Guinea, Luis Buelta, nos leía también sus composiciones líricas. Los cinco vates de la prisión: Luis Buelta, Antonio Alfonso, Luis Gálvez, que estuvo preso en Tenerife, Rafael Rodríguez Delgado y José Antonio Rial,-que ha publicado en Venezuela sus memorias de la prisión de Fyffes bajo forma novelada- recogieron años después en un precioso tomito, cuidado y editado por Rafael con verdadero primor, algunos de sus poemas de presidiarios».

El cartero poeta, no era un desconocido en la isla. No podría ser de otra forma, si como razona M. López Vicario en En Guinea Ecuatorial, historiando sus venturas y desventuras, «¿Qué hubiera sido del maestro, del médico, del practicante, del religioso, del cabo, del empresario, o del ciudadano, sin el servicio de Correos? El cartero, en Guinea, fue introductor de cultura, especialmente entre los que no tenían relación con los centros religiosos, de sanidad o de cultura, naciendo un sentimiento de curiosidad y simpatía hacia el cartero, que un día acercaría al nativo del más recóndito poblado, hacia ese medio que le facilitaría alguna de esas pequeñas cosas, que el nativo tanto valoraba. Mientras el maestro, médico o religioso, inspiraban respeto, el cartero infundía confianza y simpatía».

En el caso concreto del cartero Luis Buelta, éste contaba con arraigo familiar de años en la isla, como atestiguan las sentidas expresiones de apoyo que generò el fallecimiento de su padre, Luis Buelta Pagés.

Sobre su vocación literaria aludida por Rodríguez Doreste, ésta era de sobra conocida (y reconocida) en Santa Isabel, ya que precisamente a él le tocó recitar unos poemas de su autoría en alabanza de los expedicionarios de la mítica  Patrulla Atlántida que realizó el primer vuelo por etapas entre Melilla y Guinea Ecuatorial en un remoto 1926: En la Escuela Oficial de Niñas, «la Música, la Poesía, la Literatura y la Declamación tuvieron muy dignos representantes. (...) La poesía rayó muy alto en las composiciones de D. Luis Buelta, bien conocido del mundo artístico de la Colonia; (...). La declamación debió quedar muy satisfecha, al oír recitar y declamar a D. Antonio Balanza la poesía del Sr. Buelta».


¿Seguimos con su historia? Hoy subir al pico Basilé, se realiza en una cómoda carretera (tal vez el único problema sea el control de acceso desde Laka/Sipopo). Pero en esa época el viaje requería armarse de valor para una dura ascensión. En 1925 ocurrió el hecho sorprendente de averiguarse que el que el pico Santa Isabel (el hoy conocido como pico Basilé), el más elevado de la isla, al que se atribuían hasta entonces 2,850 m, de altitud, tenía en realidad 4,710 m, es decir, 1,860 m, más de lo que se suponía y constaba en los mapas. Y con esa "redefinición" de la altura del pico, la expedición se consideró con autoridad para rebautizarlo como pico España. 
La ascensión que dió lugar a ese descubrimiento contó con un Luis Buelta Saura de 24 años como uno de sus promotores e integrantes... y su relator: «Dos móviles primordiales nos llevaron a intentar la ascensión a la cumbre más alta de Fernando Poo: uno patriótico y otro científico. Incorporar de hecho la montaña a nuestra isla, explorándola en su mayor extensión posible divulgando sus características entre nuestros compatriotas, y bajar con datos fidedignos acerca de su flora, climatología, altitud, situación, etc. Han sido contadísimas las expediciones que se han llevado a cabo para escalar el formidable macizo fernandino, y casi todas ellas lo fueron por extranjeros, singularmente por los soldados y oficiales alemanes, internados del Camerón durante la guerra europea, El inconveniente más grave que se tropieza para efectuar la ascensión es la falta de agua, elemento que desaparece por completo a unas cuatro horas de Santa Isabel. Y también la carencia absoluta de caminos, hasta el punto de que nuestro viaje se llevó a término abriéndonos paso violentamente durante casi todo el trayecto, a través del bosque virgen que, contra lo que esperábamos, y destruyendo nuestras previsiones, se hacia más compacto e impenetrable al ganar en altura, Previa la autorización del excelentísimo señor gobernador interino de estos territorios, don Carlos Tovar de Revilla, quien dió toda clase de facilidades y elementos para que nuestro proyecto fuese una realidad lo más rápidamente posible, salimos de Basilé, poblado sit, a 450 m, de altura y a 8 kms. de la capital, en la madrugada del domingo 25 de octubre».
Una gran historia para le época, pese a que se equivocaran en la medición (hoy se sabe que son realmente 3,011 m). En su relato del ascenso, Buelta tiene igualmente un cariñoso recuerdo por Antonio Copachito, de Zaragoza de Sampaka, y Guillermo Sipoto, de Botonó, los dos bubis que le acompañaron en el ascenso, pese al miedo por invadir las posesiones del dios Morimó.

Los periódicos españoles recibirán regularmente sus relatos no sólo de la ascensión al pico Basilé;  crónicas, novedades y relatos costumbristas de Santa Isabel están accesibles en las hemerotecas.

Por eso, no es de extrañar que -como escritor y cronista- fuera promotor el 1 de mayo de 1930 de "El Defensor de Guinea" junto a José Robles Diez, impresor de oficio. Desde "La Guinea Española" reconocerán que la iniciativa fue inducida y apoyada por el Superior Provincial de los claretianos en Banapá, ya que con esa nueva hoja bisemanal o diaria de noticias cubrirían sus promotores un servicio que ellos con su publicación misionera no podían ofertar. E incluso se les facilitó la imprenta monopol que Maximiliano C. Jones había comprado en 1924 a instancias del gobernador Barrera, y que tras pasar por diferentes dueños acababa de ser adquirida por los claretianos.

Fundador y Director: Luis Buelta,
dice la cabecera de "El Defensor de Guinea"


El nuevo periódico santaisabelino afirmaba ser  «ajeno a toda tendencia política y social» y su norma «la defensa de los intereses de nuestras colonias en el golfo de Guinea y cómo salvaguardar la acción colonizadora de España en estas posesiones». 

Todo parece indicar que durante los primeros años la alianza entre los dos periódicos funcionó, si bien se fue tensando al igual que el clima político en la península, hasta el 1 de mayo de 1936 (6º aniversario de la creación de "El Defensor de Guinea") en que se crea el Frente Popular de Fernando Póo. Lo crearán según la historiografía franquista «una docena de descontentos sin prestigio ni arraigo: un comerciante de Santa Isabel, don Jaime Gay Compte, hombre apasionado y violento; un contratista de Obras, José Serrano Roldán, aventurero procedente de Tánger, que había creado en la isla una logia llamada "Fernandina número 17", filial de otras de Valencia y Barcelona; un médico, Abelardo Lloret, y unos cuantos funcionarios de menor cuantía y colonos descalificados», estando los funcionarios de correos entre esos "funcionarios de menor cuantía".
En las sucesivas ediciones del bisemanal, se percibirá la sintonía entre el Frente Popular y "El Defensor de Guinea" por lo que con el triunfo del golpe de Estado en Santa Isabel, la imprenta será confiscada.

Como la propia revista "La Guinea Española" relataba en su edición del 21 de mayo de 1939, «llegó afortunadamente en 19 de septiembre de 1936 el alzamiento nacional en esta isla, y los Sres. Buelta, Gay, Robles y demás comparsa del Frente Popular fueron retirados de la circulación; y por tanto, muerto y sepultado EL DEFENSOR DE GUINEA, y la imprenta del Sr. Robles incautada por el nuevo Estado, que es la que ha salido a subasta como al principio dijimos ["motivo de la subasta de la imprenta del rojo y comunista Sr. Robles...", sic]. Era natural, que al que se llamaba pomposamente DEFENSOR DE GUINEA y que otros llaman OFENSOR DE GUINEA le sucediera un verdadero adalid de la Causa Nacional y así vio la primera luz EL NACIONALISTA, cuyos primeros números salieron de nuestra imprenta, mientras se organizaba la que fue del Sr. Robles; a ella se trasladó luego El NACIONALISTA, cambiando más tarde en EL FRENTE NACIONAL...», que se ha mantenido hasta el día de hoy como ÉBANO.

Se percibe un fuerte rencor hacia el periódico, que se razona por su postura durante lo que los clericales coloniales llamaban el "Tornado Antirreligioso": «A los pocos días de la instalación de la república en España, escribe Tomás L. Pujadas, el periódico santisabelino "El Defensor de Guinea" , que dirigía don Luis Buelta, publicaba un radio llegado de la Península, que decía textualmente: "Conviene que tanto ese periódico como la gente más principal de la capital hagan campaña en contra de los misioneros, para que inmediatamente sean sustituidos por sacerdotes seculares y se acabe así con sus intromisiones»....

Ah! y por supuesto, Buelta tenía la imperdonable falta de ser uno de los públicos contribuyentes a la donación de las 10.353,65 pesetas para la República, conforme a la Gaceta de Madrid del 5 Noviembre 1936. No podía ser de otra forma, si los impulsores de la campaña fueron precisamente los funcionarios de correos en Fernando Póo y Río Muni, a instancias de su colega de Bata, Isidro Álvarez Martínez.



El 7 de Octubre de 1936 se da inicio a la instrucción de la Causa 521/36 contra 23 paisanos por el delito de rebelión, incluyendo a Luis Buelta Saura.

Juan Medina Sanabria en Isleta, Puerto de la Luz: campos de concentración, resume la Causa: «juez instructor Capitán de Infantería Fortunato López Chávez, por el presunto delito de rebelión, contra el paisano Jaime Gay Compte y veintidós individuos más. Se enjuicia a todo el Comité del Frente Popular en Fernando Póo, por reuniones clandestinas tendenciosas desde el 18 Julio/19 Septiembre siguiente (estaba ya el Frente Popular suspendido en la isla), por los contactos con el Gobierno de Madrid y Bata y sus actuaciones con los subalternos y marinería del crucero "Méndez Núñez", implicándoseles en la destitución de la oficialidad del buque, etc. Tiene lugar el consejo de guerra el 27 Septiembre 1937 en el hogar del soldado del Cuartel del Grupo Autónomo Mixto de Ingenieros nº 4, sito en La Isleta, siendo aprobada la sentencia por la Autoridad Judicial el 16 Octubre 1937».

Según La guerra civil en las colonias españolas del áfrica occidental, el consejo de guerra fue
«presidido por el coronel José de Roas Fernández, actuando como capitán jurídico Ángel Dolla y fiscal Ildefonso Salazar y del Hoyo, quien solicitó una pena de muerte y otras 17 de numerosos años de prisión. Empero la sentencia rebajaría notablemente estas peticiones (…).

 A las nueve de la mañana del lunes comenzó a celebrarse en el Hogar del Soldado, del Cuartel del Grupo Autónomo Mixto de Zapadores y Telégrafos número 4, el Consejo de Guerra Ordinario de Plaza, para ver y fallar la causa seguida contra Jaime Gay Compte y otros, acusados del delito de rebelión. 


El Ministerio Fiscal interesó las siguientes penas: 
  • De muerte, para Jaime Gay Compte
  • Reclusión perpetua para José Robles Díaz, Pedro Mantilla Hernández, Luis Buelta Saura, Gonzalo Carrillo Riera, Santiago Gil Filiberto, Casimiro Peralta García, Francisco Hiniestro Montes, Manuel Luque Vázquez. Fermín Fernández Ortes, Ginés Pérez Ballesta. José Serrano Roldan y José Trillo Toreguitar. 
  • Veinte años de reclusión temporal para José García Solves. Quince años, para Vicente Gil Filiberto y José  Mendoza Carreño. Doce años, para Enrique Pellicer Garay y José Pallares Rey. 
  • Y retiró la acusación contra los procesados Antonio Platas Calvete, José Bortes de la Torre y Segundo Sabio Dutroy.

A las cuatro y media de la tarde terminó de celebrarse dicho Consejo de Guerra, reuniéndose seguidamente el Tribunal para  deliberar y dictar sentencia, la que será dada a conocer una vez aprobada por la Superioridad. 

El Tribunal fué presidido por el coronel don José de Rozas Fernández y actuó de vocal ponente el capitán del Cuerpo Jurídico, don Ángel Doll Manera. La Ley Marcial estuvo representada por  el alférez del citado Cuerpo, don Ildefonso Salazar y del Hoyo.


Finalmente, pese a la propuesta de reclusión perpetua, a Luis Buelta Saura le caerán 10 años de prisión.

Poco después de la condena, sufrirá un expediente de depuración del Juzgado Especial de la Dirección General de Correos y Telecomunicación, resolviéndose su separación definitiva del servicio de Correos.

Años después de entrar en prisión se beneficiará de una conmutación de pena y el 08 de noviembre de 1941, el BOE publica su libertad condicional provisional con liberación definitiva del destierro, saliendo de la Prisión Provincial de Las Palmas de Gran Canaria.

Cuenta igualmente con un expediente de indulto generado en 1956, tras haber pasado por prisión e incautación de bienes.


lunes, 5 de septiembre de 2022

El médico del penal

¿Recordáis El caso del cocinero?

Se trataba de Mariano Juan Mas, cocinero del Fernando Poo, al que le cayeron los 12 años y un día de prisión. Con el tiempo, ese castigo fue la salvación de sus compañeros, ya que mejoró la alimentación de los reclusos pese a los escasos medios disponibles.

Además del hacinamiento y carencias en la limpieza y alimentación, el penal era deficitario en atención y recursos médicos: «Aunque las condiciones de vida durante la estancia en esta penitenciaría fueron bastantes duras, todos coinciden que el estado sanitario era muy lamentable, sobre todo por el hacinamiento de los detenidos, escasez de agua y medios para desinfectar las perennes plagas de piojos, chinches, cucarachas y demás insectos, además de dañinos roedores que campaban a su antojo por todo el recinto penitenciario».

«Pasados los meses del miedo -contará Juan Rodríguez Doreste- empiezan a preocuparse de cosas más materiales como la alimentación. Juan Mas, cocinero del barco Fernando Poo, mejora la calidad del rancho. También, dos médicos presos se encargaban de la sanidad del Penal, era una especie de clínica ambulante, sin camas».

Así, al igual que la presencia del cocinero del Fernando Poo fue providencial, los propios reclusos suplieron las carencias/ausencias del personal sanitario del campo de concentración: es el caso del doctor Abelardo Lloret Peral, recluso del África ecuatorial.

Se trata de uno de los frentepopulistas de Fernando Poo, de los que la historiografía franquista definía como «una docena de descontentos sin prestigio ni arraigo: un comerciante de Santa Isabel, don Jaime Gay Compte, hombre apasionado y violento; un contratista de Obras, José Serrano Roldán, aventurero procedente de Tánger, que había creado en la isla un logia llamada "Fernandina número 17", filial de otras de Valencia y Barcelona; un médico, Abelardo Lloret, y unos cuantos funcionarios de menor cuantía y colonos descalificados».
Al Dr Lloret, no le dedican en ese párrafo las habituales alusiones personales propias de la retórica franquista: se trata de un profesional con una trayectoria inusual entre los expatriados en Guinea. Nacido en valencia en 1897, se tituló como médico cirujano en Valencia, completando su formación -conforme a la edición del 17 de agosto de 1932 de Luz, Diario de la República- con «estudios especiales de parasitología en Londres, Berlín y París, siendo además diplomado de la Escuela de Medicina Tropical de Bruselas y habiendo trabajado en el Congo, por encargo de Bélgica, como jefe de misión contra la enfermedad del sueño, así como en Honduras al frente de misiones profilácticas contra la viruela, el paludismo y la uncinariasis», a lo que -añadimos- en el estudio y combate de la enfermedad de chagas. En 1932 dirigirá la Misión Especial de Endemias para la tripanosomiasis en la Guinea Española, y en 1934 será nombrado Director de Sanidad en el territorio.

Y -siguiendo con la historiografía franquista- tras la renuncia efectiva del gobernador Sánchez Guerra se ofreció el cargo de gobernador interino al registrador de la propiedad José María Martín-Gamero Isla y al Dr Abelardo Lloret Peral, declinando ambos el ofrecimiento.

Así, hasta la llegada del nuevo gobernado Estanislao Lluesma García, recayó el nombramiento interino finalmente en el jefe del Servicio de Sanidad colonial, comandante médico de la Armada José del Val Cordón. Aunque realmente tampoco hubo mucho margen de maniobra: a las pocas horas del nombramiento del Dr Lluesma (y de Dr del Val, en su ausencia) se produjo el golpe de Estado en Santa Isabel: «esa mañana -cuenta Juan Ramírez Dampierre, Vicecónsul portugues- desde las seis, fueron hechos presos cuantos constituían el grupo político Frente Popular y sus simpatizantes, siendo las prisiones hechas por milicias nacionalistas, acompañadas cada una de tres soldados de la Guardia Colonial indígena, todos debidamente armados y equipados. (...) Los presos políticos en número de cuarenta, están bien guardados y vigilados por las milicias, (…) Entre ellos hay media docena de funcionarios de la Secretaría General del Gobierno, cuatro de la Administración de Hacienda, tres de la Administración de Correos, incluyendo el propio Administrador y varios particulares, algunos sin importancia, además de dos negros. También el capitán del Puerto se encuentra entre ellos, señalado como Gobernador Central comunista. (...) El número de presos políticos o sospechosos, continúa creciendo y algunos que habían sido puestos en libertad, poco después, por considerarlos inofensivos, fueron de nuevo capturados al hacerse nuevos registros en sus domicilios o por haber nuevas denuncias contra ellos».

De los dos gobernadores interinos propuestos y que declinaron el ofrecimiento, José Martín-Gamero acabó sumándose al aparato represor franquista integrando la Comisión de Incautación de Bienes prevista por la Junta de Defensa Nacional, y el Dr Lloret detenido e internado en el campo de concentración de Gando.

Lloret, tenía la imperdonable falta de ser uno de los públicos contribuyentes a la donación de las 10.353,65 pesetas para la República, conforme a la Gaceta de Madrid del 5 Noviembre 1936.

Juan Medina Sanabria recoge en su estudio Isleta, Puerto de la Luz: campos de concentración que:
-Abelardo Lloret Peralt, de profesión Médico, Director de Sanidad en la Guinea: Fue detenido en Santa Isabel el 19 Septiembre 1936 (fecha del Alzamiento Militar en esta zona), quedando a disposición del Auditor de Guerra de Canarias, que ordena su libertad el 4 Marzo 1937. El 26 Abril 1937 reingresa a disposición del Gobernador Militar de Las Palmas, siendo liberado definitivamente el 2 Julio 1937, de orden del Comandante General de Canarias, por nuevo examen de los antecedentes enviados por el Gobernador General de la Guinea Española. Después de ser puesto en libertad, desempeña durante muchos años su profesión en el municipio de Valleseco de Gran Canaria.
Pasadas las detenciones iniciales, es condenado en mayo de 1944 «como autor de un delito consumado de Masonería, (...) a la pena de doce años y un día de reclusión menor, accesorias legales de inhabilitación absoluta perpetua». Dos años después, el Juzgado de Instrucción número 2 de Las Palmas de Gran Canaria hace saber que ha sido sobreseído el expediente de responsabilidades políticas y «ha recobrado la libre disposición de todos sus bienes».

Es precisamente durante sus sucesivos cautiverios, que el  Dr Lloret pasaba consulta a sus compañeros de prisión.

Conforme a ASODEGUE, su repatriación definitiva sería en 1963.

martes, 23 de marzo de 2021

El caso del aduanero de Bata

Cuenta La guerra civil en las colonias españolas del áfrica occidental que tras la caída de Bata, «una parte de los leales al gobierno pudieron huir hacia la vecina colonia francesa del Camerún, desde donde pasarían a Francia y posteriormente a la zona republicana. Sirva de ejemplo el caso del maestro nacional Manuel Alaiz Plaza que trabajaba en Bata como aduanero y que tras la intervención del Ciudad de Mahón pasó a Burdeos y desde allí a la zona gubernamental, incorporándose al Ejército Popular». Lo que coincide con la lista de Pozanco, que incluía a «Andrés Alonso, Manuel Aláiz Plaza, Pablo Gallo Alcántara, Vicente Gómez, Francisco Azpiri y Goitia, Gabriel López Cano, Rafael Masiello Guerrero, Luis Martínez, Emilio del Arca Ruiz, Rafael Iranzo Muñoz, José Lozano Alonso, Rafael Matamala Baeza» como los 12 repatriados que viajaban con sus familias.

Tras el triunfo del golpe de Estado en Santa Isabel, el subgobernador de Bata se había apoyado en los frentepopulistas de confianza para transmitir el relevo de las autoridades de lealtad dudosa por subalternos de incuestionables antecedentes republicanos. Al aduanero, como parte del núcleo duro, le había correspondido ser portador desde Ebebiyin de las órdenes del subGobernador a la administración civil y militar de Nsork, cesando al teniente del Valle. 
Tenía, además, la imperdonable falta de ser uno de los públicos contribuyentes a la donación de las 10.353,65 pesetas para la República, recogida en la Gaceta de Madrid del 5 Noviembre 1936.

En el II Año Triunfal, a finales del 1937, el Juzgado Militar de Santa Isabel de Fernando Póo le requiere a través del Boletín Oficial del Estado junto a:
Julián Ayala Larrazábal, Capitán retirado de la Guardia Civil, natural de Toledo, de 41 años de edad, hijo de Mariano y de Ascensión, domiciliado últimamente en Bata (Guinea). Rafael Masiello Guerrero, natural de Madrid, de 37 años de edad, hijo de Pascual y de Lorenza, con domicilio últimamente en Bata (Guinea). Laureano Vives Bonet, natural- de Tarragona, de 37 años de edad, hijo de Bartolomé y de Francisca, soltero, del comercio, con domicilio últimamente en Bata (Guinea). Ángel García Villalba Molín, natural de Murcia, de 33 años de edad, hijo de pedro y Consuelo, domiciliado últimamente en Bata (Guinea). Luis Mazo Muñoz, natural de Canillejas (Madrid), de 27 años de edad, hijo de Juan y de Petra, domiciliado últimamente en Bata (Guinea). Ángel Miguel Pozanco Barranco, natural de Sevilla, de 34 años de edad, hijo de Miguel y de Purificación, domiciliado últimamente en Bata (Guinea). (...). Carlos Padrón Meliá, natural de Las Palmas, de 31 años de edad, hijo de Francisco y de Concepción, domiciliado últimamente en Bata (Guinea).
Están todos ellos procesados por el «delito de rebelión» y se solicita en el requerimiento que las autoridades procedan a su busca y detención.

Desde Burgos, el Boletín Oficial del Estado del 7 de febrero de 1938 requiere nuevamente su comparecencia:
Alaiz Plaza, Manuel, vista volante de Aduanas de estos territorios, cuyo último domicilio fué en Río Benito, procesado en sumario num. 18 de 1937, sobré malversación de caudales públicos, comparecerá dentro dél término de sesenta días ante el Juzgado de Instrucción de los territorios españoles del Golfo de Guinea, para notificarle el procesamiento, ser indagado y reducido a prisión, previniéndole que si no comparece será declarado rebelde y deparará el perjuicio que hubiere lugar. Santa Isabel, 9 de octubre de 1937.
—II Año Triunfal.
==El Juez Instructor (ilegible).
==El Secretario Lcdo Juan de Mata G, de Carriazo
Acosado por diferentes vías, Manuel Alaiz Plaza es requerido en esta ocasión por «malversación de caudales públicos» (sic), un año antes había sido incluido en la Causa 360 de 1936 por delito de rebelión y el nueve de febrero de 1939 sería condenado «como políticamente responsable de hechos leves a la pena de dos años de destierro de estos Territorios y al pago de mil quinientas pesetas de multa» por el Tribunal Regional de Responsabilidades Políticas.
Alaiz, «de treinta y dos años de edad, hijo de Atanagildo y de Carmen, casado, empleado, natural de Albacete y en la actualidad ausente en ignorado paradero» se encontraba en ese momento huido del territorio guineano, y se habría reincorporado al servicio activo del Gobierno de la República por resolución del 29 de marzo de 1937.

De hecho, «ciento cuatro republicanos serían en cambio detenidos y trasladados a Las Palmas de Gran Canaria para ser procesados en dos Consejos de Guerra. Un consejo juzgaría a los civiles, en el cuál destaca la petición de pena de muerte para Jaime Gay Compte, acusado del delito de rebelión. El otro procedería contra la tripulación del vapor Fernando Poo. En el primero, presidido por el coronel José de Roas Fernández, actuando como capitán jurídico Ángel Dolla y fiscal Ildefonso Salazar y del Hoyo, quien solicitó una pena de muerte y otras 17 de numerosos años de prisión. Empero la sentencia rebajaría notablemente estas peticiones (…). El principal beneficiado de la reducción, respecto a la petición fiscal sería el ingeniero Jaime Gay quien vio disminuida su grave situación. Sin embargo no le serviría mucho pues moriría pocos años después víctima de los malos tratos carcelarios. El segundo Consejo sería presidido por el Coronel Luis Mateos Álvarez-Rivera y actuarían el mismo vocal ponente y fiscal que en el anterior. Se juzgaría por adhesión a la rebelión a veinte inculpados, dictándose diversas penas de prisión, aunque ninguna condena a muerte.
No acabaría sin embargo aquí la exigencia de responsabilidades por estos sucesos, pues a medida que los que habían logrado huir a zona republicana fueron capturados se les traía a Canarias para ser juzgados, como por ejemplo el citado Manuel Alaiz Plaza, incurso en la causa 630/40 por rebelión militar, su sentencia sería finalmente absolutoria pues obró en su favor el haber permitido en Guinea la huida de algunos rebeldes, así como el haber mantenido una actitud pasiva, en el Ejército Popular».


Así, La Guinea Española informará en la edición de julio de 1940 de su regreso (cumplidos los dos años de destierro fijados por el Tribunal Regional de Responsabilidades Políticas) en el vapor Río Francolí y en 1941 ya se documenta su inserción en las rutinas propias de la colonia.


lunes, 15 de marzo de 2021

¿Qué fue de Anastasio Núñez?

Razonaba Patricio Nbe en su viejo blog que «nunca se ha hablado entre los colonos de las ejecuciones de blancos peninsulares y españoles por parte de sus homónimos que parece ser que hubo en los primeros días de la guerra, ni siquiera de las batallas de la guerra civil en Guinea».

En ese sentido, Luis Vila-San Juan recoge el relato de un viejo colono que afirma: «los canarios se hicieron cargo de cuanto significaba mando. Los presos, hasta entonces respetados, fueron maltratados y apaleados. Los que se habían sublevado (la gente de orden) tratados casi como “nacionales de 2ª clase” o “semirrojos”. (…) Puede decirse que hubo represalia. No cruenta, no como la de Badajoz, pero sí saliéndose algo de la línea moderada que hasta entonces había prevalecido». O como resume Luis Eugenio Togores, académico y declarado falangista franquista, «se produjo una ligera represión y un cambio total de en los cargos dirigentes de la colonia». Francisco Sánchez Ruano, por el contrario, afirmará que tras la caída de Bata «los prisioneros españoles y guineanos que hicieron los canarios fueron fusilados en su mayoría».


Juan Ramírez Dampierre, Vicecónsul portugués en Fernando Poo, cuenta en sus comunicaciones: «... hay media docena de funcionarios de la Secretaría General del Gobierno, cuatro de la Administración de Hacienda, tres de la Administración de Correos, incluyendo el propio Administrador y varios particulares, algunos sin importancia, además de dos negros. También el capitán del Puerto se encuentra entre ellos, señalado como Gobernador Central comunista. (...) El número de presos políticos o sospechosos, continúa creciendo y algunos que habían sido puestos en libertad, poco después, por considerarlos inofensivos, fueron de nuevo capturados al hacerse nuevos registros en sus domicilios o por haber nuevas denuncias contra ellos». Y a esos... se sumarían los detenidos tras la caída de Bata.

La represión tomó diferentes formas, pero en lo que a muertes se refiere..., entre las de más fácil documentación se identifican la de Manuel Pérez Teira (Santa Isabel 1936) durante la prisión preventiva, la de Jaime Gay Compte (Las Palmas 1939) durante el cumplimiento de condena -o con motivo de su paso por ella como es el caso de Sebastián Nacarino Romero (Valencia 1943)- e incluso fusilamientos como los del practicante de Bata (Las Palmas 1937) y el del guardia civil Fulgencio Rosique (Granada 1936). Y en cuanto a la represión que sufrió la población local... es una tarea ímproba y por realizar.

Pero.... ¿hubo desaparecidos en el territorio ecuatorial?

Es complicado, ya que al monopolio de la información del franquismo se le suma el pacto de silencio de la transición, el cierre informativo tras la independencia de Guinea Ecuatorial... y el desapego institucional por los archivos de la saliente administración española por parte de la joven república.
De hecho, la crónica franquista nos habla vagamente de «el hombre del chiringuito», del que se informa que recibió un tiro en la pierna en la madrugada del 19 de septiembre de 1936, pero del que no hay constancia del nombre. Nos cuenta igualmente que un número indeterminado (los medios de la época hablaban de 17) de republicanos se ahogaron en el hundimiento del buque Fernando Poo, de entre los que sólo hemos rescatado el nombre del primer maquinista Eduardo Selma, y hay referencias a muertos anónimos en las escaramuzas de Bolondó y Kangañe o en el bombardeo a Bata... y una ambigua alusión a un barbero sin nombre de pila.

Pongamos tan sólo un ejemplo que surge analizando la información dispersa en este paseo por la calle 19 de Septiembre de la vieja Santa Isabel:

Mientras en la crónica franquista lo que predomina es la despersonalización y el anonimato de los republicanos, nos encontramos de pronto con el nombre del sargento Anastasio Núñez, ya que «cuando el propósito de rebelarse transcendió, se les incorporaron los elementos que habían conspirado con Avendaño y con los oficiales del crucero [Méndez Núñez], y entre ellos el cabo de la Guardia colonial Gregorio Aparicio, que logró la adhesión de casi todos los componentes de la Guardia, a excepción de unos pocos, como el sargento Anastasio Núñez».

Basilé, años 30. Al fondo se ve la antena de la radio salvada
por el cabo Aparicio en la madrugada de 19 de septiembre (fondo claretiano).

El sargento tiene, además, la imperdonable falta de ser uno de los públicos contribuyentes a la donación de las 10.353,65 pesetas para la República, conforme a la Gaceta de Madrid del 5 Noviembre 1936.

Cuenta La Guinea Española, que la actuación del cabo Aparicio en la madrugada del 19 era merecedora de una condecoración, ya que «fué un elemento decisivo habiéndose ganado de antemano todos los Guardias indígenas; se apoderó de la Radio de Basilé y al mismo tiempo aseguró el polvorín contra todo evento; fué uno de los que más de cerca siguió observando las manipulaciones tenebrosas del extinguido Frente Popular y porque conocía sus tramas fué quien con más calor y decisión se lanzó a la refriega; por eso aquella entidad lo tenía fichado. Siempre en pie para toda obra de verdadero patriotismo desbarató los planes subversivos del sargento Anastasio Núñez que deseaba hacerse con la guardia indígena para sus combinaciones con el Frente Popular entonces pujante».

De hecho, Anastasio Núñez es el único nombre de los detenidos en esa jornada que quedó recogido en las crónicas públicas.

Pero del sargento Núñez y su «locura furiosa» (sic), no se vuelve a saber nada: se carece de rastros de él en las fuentes accesibles como son los expedientes del Tribunal Regional de Responsabilidades Políticas de Santa Isabel, o en las causas que condujeron a la prisión de los 150 coloniales del campo de concentración de Gando, al igual que en las resoluciones de inhabilitación del gobierno de Burgos, en las esquelas o incluso en las resoluciones de reincorporación al ejercito republicano.

Recordemos que el 17 de octubre de 1936, el vicecónsul británico en Santa Isabel informaba del inicio de la corte marcial a los presos de Rio Muni y Fernando Poo, pese a que la previsión era que se remitieran a éstos a Canarias para ser juzgados: «parece que las sentencias también podrían resolverse aquí. Temo que se tomen medidas muy drásticas en muchos casos».

¿Qué fue del sargento Anastasio Núñez?

La respuesta probablemente esté en La Navaja de Ockham ecuatorial.

martes, 5 de enero de 2021

Los condenados a muerte de Fernando Poo

Razonaba Patricio Nbe en su viejo blog que «nunca se ha hablado entre los colonos de las ejecuciones de blancos peninsulares y españoles por parte de sus homónimos que parece ser que hubo en los primeros días de la guerra, ni siquiera de las batallas de la guerra civil en Guinea», y a su vez, Francisco Sánchez Ruano afirmaba en Islam y Guerra Civil Española: moros con Franco y con la República que tras la caída de Bata «los prisioneros españoles y guineanos que hicieron los canarios fueron fusilados en su mayoría».

Para el académico Max Liniger-Goumaz en su Diccionario Histórico de Guinea Ecuatorial,
 no habría duda: sí hubo ejecuciones tras el triunfo de los golpistas.

Están documentadas muertes extrañas como la del barbero Caparrós, ahogados en el hundimiento del Fernando Poo como el primer maquinista Eduardo Selma, detenidos de los que no se vuelve a saber como el sargento Anastasio Núñez, un accidental tiro en la pierna del dueño del chiringuito en la plaza España, y hay referencias a muertos anónimos en las escaramuzas de Bolondó y Kangañe o en el bombardeo a Bata.... y ante la duda, la lógica nos dice que apliquemos el principio de la Navaja de Ockham ecuatorial; Pero ¿hubo fusilamientos?, ¿cómo saberlo con el paso de los años y las limitaciones informativas propias del territorio?

La memoria histórica en la península ha recaído en gran parte en familiares y vecinos: 
En lo que a los europeos se refiere, la mayoría de los afectados en Guinea carecían de familia y los vecinos estaban comprometidos por un pacto de silencio. Y en cuanto a los ecuatoguineanos... ésa es una tarea ardua por hacer.


El nombre de Fulgencio Rosique Maya se encuentra entre
los 4.000 del muro de la memoria en el cementerio de Granada.

En cualquier caso, fusilados vinculados en algún momento con el territorio ecuatorial hay -lamentablemente- varios. En este paseo por la vieja Calle 19 de Septiembre de la vieja Santa Isabel, hemos recogido algunos de ellos, como el del antiguo gobernador Núñez de Prado en Navarra (-se cree- † 10.09.1936), la del guardia civil Fulgencio Rosique en Granada († 05.08.1936) o la del ex-subgobernador en Annobón Restituto Castilla en Madrid († 08.04.1940). 

Y hay mas... ¿pero con vinculación directa con el golpe de Estado en Santa Isabel y Bata? Alguno hay debidamente documentado que hacen creer que Patricio Nbe y Sánchez Ruano no están desencaminados:

Sí hay constancia, por ejemplo, del fusilamiento del practicante de Río Muni Luis González Peña en Las Palmas († 23.04.1937), al cual -cuatro años después- el Tribunal Regional de Responsabilidades Políticas le condenó a una multa de 5.000 pesetas el 3 de abril de 1940, posteriormente -años después del fusilamiento y multa- fue indultado. O el fusilamiento del abogado Rafael Masiello Guerrero († 02.04.1939) en Cuenca.

O de las cuatro sentencias de muerte por el delito de auxilio a la rebelión en la causa 537/36 a los civiles Generoso Rey García, Gregorio Álvarez Alonso, Vicente Moreno Cancho y Esteban Sánchez Navarro. 
Juan Medina Sanabria, resume en su trabajo Isleta, Puerto de la Luz: campos de concentración:
La Causa contó con el Juez Instructor Comandante de Artillería Antonio Lucena Gómez, y se instruyó para enjuiciar a los anteriormente citados, Directivos del Movimiento rebelde rojo F.P. y ejecutores de actos de violencia en la Guinea Continental, realizadores de incautación del armamento y municiones a los europeos, asaltos a mano armada, apoderándose de vehículos privados, detención de los Misioneros y Religiosas, disparando en la playa contra el buque "Ciudad de Mahón" y las lanchas de expedicionarios que intentaban desembarcar en Bata, etc.
El consejo de guerra se celebra el 3 Noviembre 1938, en el salón de actos del RIC-39, en La Isleta, donde se condena a muerte a cuatro de los implicados, siendo aprobada esta sentencia por el Capitán General Vicente Valderrama, con fecha 23 Noviembre 1938. Dada cuenta la sentencia al Cuartel General del Jefe del Estado, con fecha 3 Octubre 1939, la misma es conmutada por la inferior en grado, pasando las penas de muerte a la de reclusión perpetúa. 
La conmutación de la pena de muerte quedó en 30 años de prisión, la cual fue reducida paulatinamente, incluyéndoles en sucesivas resoluciones de libertad preventiva y reducción de pena en la década posterior. En cualquier caso, el Tribunal Regional de Responsabilidades Políticas igualmente les condenó a la pérdida total de bienes en la Colonia y al destierro de la misma. Y en el caso de Vicente Moreno, la inhabilitación.

Peor suerte tuvo el comerciante Jaime Gay Compte, incluido en la causa 521/36, para quien el fiscal solicitaba la petición de pena de muerte por el delito de rebelión. 
Resumía Francisco Sánchez Ruano:
Presidido por el coronel José de Roas Fernández, actuando como capitán jurídico Ángel Dolla y fiscal Ildefonso Salazar y del Hoyo, quien solicitó una pena de muerte (...). Empero la sentencia rebajaría notablemente estas peticiones (…). El principal beneficiado de la reducción, respecto a la petición fiscal sería el ingeniero Jaime Gay quien vio disminuida su grave situación. Sin embargo no le serviría mucho pues moriría pocos años después víctima de los malos tratos carcelarios.
Así, su pena quedó en 30 años de prisión, que no llegó a cumplir por fallecer durante el complimiento de la misma. Eso sí, cuenta con el habitual expediente de indulto una década después de su muerte en Las Palmas  († 16.04.1939).

Y hubo otros, como Manuel Pérez Teira, tripulante del Fernando Poo, fallecido en prisión preventiva en Santa Isabel († 01.12.1936) que no llegaron a ser juzgados, o como el brigada Sebastián Nacarino Romero que falleció en Valencia († 20.12.1943) tras su paso por prisión.
Y Nacarino, al igual que otros conciudadanos, cuenta con un expediente de indulto posterior a su muerte.

Pero ante la duda... repasa La Navaja de Ockham ecuatorial.



domingo, 10 de mayo de 2020

Sombreros de copa en Fernando Póo

Susana Cuartero Escobés documenta en La masonería española en Filipinas un artículo aparecido en el Diario Mercantil (1896) sobre «los trabajos filibusteros» que conspiraban para la independencia tanto de Filipinas como de Cuba. Se trata de un eufemismo periodístico para aludir a la masonería, cuya labor en la emancipación de los territorios de ultramar era «… menos inofensiva que la moda de los sombreros de copa en Fernando Poo…».

¿Significa eso que no se usaban sombreros de copa en Fernando Poo? ¿Que no había anhelos de independencia entre la población local? ¿O que tal vez no hubo masonería en el territorio ecuatorial?

Por la propia idiosincrasia de la francmasonería -es discreta por naturaleza- y las décadas de represión a la que ha sido sometida, es difícil recabar información... pero definitivamente la hubo y en este paseo por la Calle 19 de Septiembre de la vieja Santa Isabel es posible recopilar indicios de la misma:
  • La historiografía franquista, cuando se refiere al pequeño colectivo de los frentepopulistas de Río Muni se referirá a ellos como «una docena de descontentos sin prestigio ni arraigo: un comerciante de Santa Isabel, don Jaime Gay Compte, hombre apasionado y violento; un contratista de Obras, José Serrano Roldán, aventurero procedente de Tánger, que había creado en la isla un logia llamada "Fernandina número 17", filial de otras de Valencia y Barcelona; un médico, Abelardo Lloret, y unos cuantos funcionarios de menor cuantía y colonos descalificados».
Es decir, no sólo hubo masonería, sino que también hubo una logia local... que fue perseguida por los ganadores de la guerra civil. Se trata de la Logia Fernandina (no confundir con las agrupaciones tradicionales de los criollos fernandinos) constituida en 1929. De hecho, los propios fernandinos eran según Julián Arija -colono y periodista- «protestantes y francmasones en gran mayoría, afiliados a logias inglesas», organizaciones locales en las que -según Gustau Nerín- «se hermanaban blancos y negros».

Bando publicado por La Guinea Española en noviembre de 1936.

Ese hermanamiento cesará con el triunfo del golpe de Estado el 19 de septiembre, ya que la masonería fue duramente reprimida. 

En el caso de los masones, el ensañamiento fue doble, ya que no sólo se aplicaban las consabidas sanciones por la vía administrativa, civil y/o militar a los detractores del golpe de Estado: los acusados de pertenecer a la masonería están expuestos tanto a las arbitrariedades del consabido Tribunal Regional de Responsabilidades Políticas como a otro específico, el Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo, creado más tarde. No podría ser de otra forma, si incluso Franco -bajo el seudónimo de J. Boor- afirmaba en el artículo El gran secreto (1948), que «de origen masónico fueron todos los movimientos revolucionarios que en siglo y medio se suceden en nuestro territorio, y los de secesión de nuestros territorios de América, y masones los gobernantes y generales comprometidos en todas las traiciones que mutilaron nuestra Patria. Masón era Morayta y los que con él desde España alentaron la insurrección cubana, y masones los que en las Cortes, y a espaldas de aquel Ejército, los traicionaron para la renuncia y la rendición...».
Juan Fontán, en su discurso de toma de posesión como gobernador general y Jefe Provincial de Falange Española Tradicionalista y de la JONS, no deja lugar a dudas «el Generalísimo de nuestros ejércitos, siempre vencedores, el hombre providencial que Dios pu­so en el camino de España, para sal­varla de caer en la ruina en que que­rían sumirla sus enemigos declarados, los marxistas, y los enemigos ocul­tos, el judaísmo y la masonería».

Os contamos algunos casos recogidos en el blog.
Documento sobre Francisco Del Rosal
que habla de su vinculación a la Fernandina
  • José Serrano Roldán, «que había creado en la isla un logia llamada "Fernandina número 17", filial de otras de Valencia y Barcelona» fue sometido a la Causa 518/36 «por tenencia ilícita de arma, al acreditarse que una pistola encontrada en un bosque, con la numeración raspada, era de su propiedad». La fiscalía solicitó para él cadena perpetua siendo finalmente condenado a 10 años de prisión. A eso, habría que incluir el destierro e incautación de bienes acostumbrado por el Tribunal Regional de Responsabilidades Políticas de Santa Isabel, que acabaría con una subasta pública de sus propiedades. Participó en la fuga más mítica del campo de concentración de Gando, pero esa es otra historia...
  • Jaime Gay Compte (o Conte en este caso), el "socio" de Serrano, cuenta a su vez con una ficha a nombre del sr. "Galiay" por delito de masonería en el Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo.
  • Francisco Del Rosal, militar de carrera, perteneció a la Logia Cabo Espartel, situada en la zona de Alcazarquivir (Marruecos), con el nombre de "Galdos". En 1930 tramita una licencia por asuntos particulares y se traslada a la Guinea española en donde se vincula con la Logia Fernandina. Con la proclamación de la República regresa a la península y se reincorpora al ejército, manteniéndose leal al gobierno tras el golpe de Estado de 1936. Destacó como dirigente de la Columna Del Rosal integrada por milicianos de la CNT. Empujado al exilio, escribía a las autoridades mexicanas: «Soy de los que aun con amnistía (si la dieran) no podré nunca volver a España, porque aunque no robé ni asesiné, soy en cambio masón, que es mucho peor que nada para la España de hoy». Falleció en 1945 exiliado en Nicaragua.
  • En la dialéctica local, era tradicional que los claretianos señalaran como masones a los gobernadores con los que entraban en contradicción. Así, identificaban al gobernador José Barrasa Fernández de Castro como masón grado 33 (sic) por su empeño en crear la escuela pública en el territorio, «Barrasa se opuso a que las religiosas se estableciesen en Elobey y no permitió que hubiese más de tres en el colegio ya fundado de Corisco, añadiendo que, si de él dependiera, no habría ninguna. Para mayor sinceridad y lealtad a la masonería, sin permiso de la metrópoli, abrió una escuela laica…», al igual que lo hicieron también con José de la Puente Bassave, «rabiosamente sectario y con indudables pintas de masón», o incluso con Ángel Barrera y Luyando. En el caso del viejo Gobernador que murió descalzo recogemos la historia Miguel Núñez del Prado, realmente único gobernador de la Guinea española del que se tiene constancia que fuera integrante de la masonería. En la misma se denominaba "Lafayette", nombre con el que -todavía- se dirigió en 1933 a la Fernandina expresando los «sentimientos fraternales y ofreceros de manera especial nuestra [de la logia Unión núm. 88] entusiasta colaboración en la obra masónica». En el periodo republicano se afilió a la Unión Militar Republicana Antifascista-UMRA (la misma organización que salvó al crucero Méndez Núñez de pasarse a los golpistas). Cuando la sublevación militar de julio de 1936 se mantuvo leal al Gobierno hasta el punto de que accedió a ir a Zaragoza a intentar revertir la insurrección en la ciudad del general Cabanellas (también masón), siendo detenido al aterrizar y fusilado (tras robarle las botas).
  • En el cartero de Bata, esbozamos la historia de Isidro Álvarez, criado en Asturias pero nacido en Cuba: significado como uno de los apoyos de la administración pública al subgobernador, salió huyendo reintegrándose al cuerpo de correos en el territorio republicano. Con el avance de los golpistas, se suma a la retirada a Francia (en noviembre de 1937 el gobierno de Burgos decretó su suspensión del servicio). En el blog deportados de Asturias relatan su periplo por diversos campos tanto en Francia como en Alemania, hasta que «en mayo de 1943, fue llevado a una prisión de la capital alemana y desde allí enviado a la cárcel de Laufen, a orillas de Danubio». Es probable que como nacido en Cuba fuera confinado con menor rigor que otros republicanos, por lo que  «Tras año y medio de cautiverio Isidro y sus improbables compañeros de prisión se beneficiaron de un intercambio de prisioneros auspiciado por las Naciones Unidas. Como hombres libres, en febrero de 1945 llegaron al campo de refugiados de Philippeville, Argelia». Con el fin de la guerra mundial, solicita la repatriación: «Se abrió así un proceso en el Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo, en el que la principal prueba documental en su contra era una simple comunicación de 1936 de la Logia Jovellanos de Gijón con la Logia Constancia de Ourense interesándose por los antecedentes de aquel funcionario de Correos que había manifestado su voluntad de entrar la masonería. En el verano de 1947 el tribunal dicto sentencia absolutoria, dejando así vía libre para su retorno a España». Esa carta y los únicos informes desfavorables remitidos desde Bata la impedirán reincorporarse a su puesto en correos. Hasta que «a comienzos de 1970, Isidro reclamó una vez más su reintegración en el cuerpo de Correos. A punto de cumplir los setenta años, era la última oportunidad que le quedaba de volver a formar parte de la Administración y obtener así una pensión por los veinte años de servicio. En esta ocasión no hubo ningún informe negativo, y todo indica que in extremis Isidro volvió a ser funcionario del Estado por unos meses».
  • El caso del médico narra el acoso al doctor José Villaverde de Beitia, médico separado del Servicio Sanitario Colonial el 31 de octubre de 1938 porque «por su conducta había de considerárselo contrario al Movimiento Nacional, como consecuencia de una información sobre actividades de la Masonería en la Colonia, practicada por un Juez Militar, que dio lugar a la resolución del Gobernador General de Guinea de 19 de octubre de 1938».
  • El médico del penal documenta igualmente la detención del doctor Abelardo Lloret Peralt, detenido en Santa Isabel el 19 Septiembre 1936. Tras sucesivas privaciones de libertad, es condenado en mayo de 1944 «como autor de un delito consumado de Masonería, (...) a la pena de doce años y un día de reclusión menor, accesorias legales de inhabilitación absoluta perpetua». Dos años después, el Juzgado de Instrucción número 2 de Las Palmas de Gran Canaria hace saber que ha sido sobreseído el expediente de responsabilidades políticas y «ha recobrado la libre disposición de todos sus bienes».
Según La Guinea Española, hojas de inscripción de la Logia Fernandina

Ante la duda, -una vez más- La Guinea Española es esclarecedora. En abril de 1937 publica un artículo en el que -tras acusar a la masonería de fomentar el separatismo americano y filipino en el siglo XIX- se centra en el territorio ecuatorial: «no es una incógnita el que en Sta. Isabel, años pasados, bajo la obediencia de la Gran Logia Española, fundada en 1885 Calle Zurbano, 1º Barcelona y Alcalá 171 (Hotel) Madrid, funcionaba un Taller masónico establecido en la calle Castilla con el nombre “Fernandina” y cuyo Venerable fue el conocido abogado José Rumbao; poco antes y por poco tiempo debía estar el taller en la Calle Armengol Coll. (…) Poco hemos investigado sobre el tema en el Continente; pero allí no se quedaron atrás y mucho se significó en ese orden masónico Higinio Mazorra, masón de mucha consideración entre sus principales como lo evidencias los documentos que no tenía inconveniente en mostrar; de ahí procedían también los dirigentes de la revuelta del continente».

Fotografía que Gilda Mazorra envía en 1919 a su hermano Higinio, previendo su regreso de Estados Unidos al estallar la I Guerra Mundial. Al dorso de la tarjeta está manuscrito: ' Para que me conozcas,/ y cuando vengas no te/ equivoques al saludarme/ te envío este retrato/ tu hermana que te quiere/ mucho. Gilda 7=IIII=1919'.
Extraída de "Las fotografías de mujeres entre las fotografías de origen masónico del archivo general de la Guerra Civil española".
  • Sin más información sobre Higinio Mazorra Setién salvo su origen cántabro (de Villacarriedo), y que previo a su arraigo en el territorio ecuatorial había trabajado en Cuba y en Estados Unidos. Era afiliado del Frente popular, que estuvo entre los huidos a Camerún tras la caída de Bata. Celeste Muñoz le incluye en la relación de personas citadas por la Comisión de Incautación de los Territorios del Golfo de Guinea, y el Tribunal Regional de Responsabilidades Políticas le condenó en 1940 a «quince años de destierro de estos territorios y la pérdida total, de sus bienes en esta Colonia», exonerando de culpa a su hermano Jesús. Cuenta con sendos expedientes de indulto tanto de la Audiencia Provincial de las Palmas como del Juzgado de 1ª Instancia y Apelación de Santa Isabel, por lo que se entiende que fue igualmente juzgado en Las Palmas y cumplió pena de prisión. El archivo deja igualmente constancia de su pertenencia a las logias Perfección Martí de Palos (La Habana) e Hijos de Acacia de Alacranes (Huelva).
  • De José Rumbao y Conde no hay mucha información... nacido en 1900 en Allariz (Orense) y abogado de profesión, en su expediente del colegio de abogados de Madrid consta que fue procesado en 1929 en Guinea, revocándose el auto por la Audiencia de Las Palmas a petición conjunta del fiscal y su defensor. Años después, el gobierno de la República le instruyó en 1937 expediente por posible desafección al régimen; le acusan de confraternizar con supuestos quinta columnistas en Madrid, si bien se puede rastrear casos en los que -como abogado- intercedió para sacar de prisión a detenidos por las autoridades republicanas. Posteriormente los tribunales franquistas le acusaron de delito de masonería. Fue condenado a 12 años de prisión e inhabilitación absoluta y perpetua. Años después encontramos noticias del "abogado de Sigüenza" en la provincia de Guadalajara.
  • Es llamativo el caso de Otto Löbig, el relojero de Cartagena: marcado como antifascista, su negocio es destrozado y emigra con su familia a Fernando Póo en 1939, buscando el anonimato como comerciante. En uno de sus viajes, el buque "Escolano" es detenido por los franceses y se llevan a Löbig por ser alemán, iniciando un periplo por prisiones del norte de África. Con la caída de París, las autoridades colaboracionistas con la Alemania nazi, le entregarán, recayendo finalmente en el Campo de Concentración de Dachau. Sobre la masonería, hay constancia de que en 1931 la logia Lealtad nº6 no le aceptó. Pero Löbig, protestante de origen y rebautizado católico al contraer nupcias, no tendría problemas en adherirse a la masonería cartagenera, muy vinculada al protestantismo ibérico. De hecho, su nieto lo describe como "rosacruz, masón y superviviente de un campo de concentración". Exiliado, falleció de un ataque al corazón en Maiquetía, Venezuela, el viernes 28 de enero de 1977. 
Pero seguro que hay más casos de represaliados por su pertenencia al taller de Fernando Poo, como Segundo Sabio Dutroit, aunque él fue absuelto de los cargos, al contrario que Antonio Costa Roca, Secretario de la Cámara Agrícola, identificado como masón y condenado por el TRP a la pérdida total de sus bienes en la colonia y seis años de destierro.

Faltaría, por ejemplo, indagar más sobre la participación de la población local. En el imprescindible Guinea Ecuatorial (des)conocida: (Lo que sabemos, ignoramos, inventamos y deformamos acerca de su pasado y su presente), se recoge cómo la población local en la búsqueda por ascender socialmente se incorpora a la Logia Fernandina, junto a liberales y republicanos españoles. Igualmente se darán casos de pertenencias a talleres ingleses o franceses con presencia en otros países del continente. En PARES tiene ficha del Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo, entre otros, Guillermo Barleycorn Beckley (archivada por ser súbdito inglés), Eduardo Barleycorn Atti, los hermanos Abilio y Manuel Balboa Arkins o Daniel Macati Kinson... «También eran masones varios portugueses [tal vez Arturo da Costa Leal y Joaquín Pedro Pedrosa] asentados en la colonia, el sirio David Nauffal, el cónsul de Liberia G. M. Johnson y el pastor metodista británico George Bell. En 1944, cuando el Tribunal para la Represión de la Masonería y el Comunismo comenzó a citarles para su procesamiento, Carrero Blanco, a propuesta del gobernador Bonelli, ordenó a su presidente que excluyera de su jurisdicción a los indígenas guineanos, pues no habían sido plenamente conscientes del carácter maléfico de las logias, a las que habían entrado debido a su cultura británica y para imitar a los españoles, los verdaderos responsables».

Especialmente revelador será este testimonio de «Edward Barleykorn, un marchito y sabio anciano que me habló de su larga vida como cultivador de cacao. (Como de pasada, mencionó que, al final de la guerra civil española, le habían embarcado rumbo a España junto con otros masones. Los masones blancos habían sido ejecutados por los franquistas; él, que pertenecía a una logia de Sierra Leona, quedó libre)».

En el Centro Documental de la Memoria Histórica se puede acceder igualmente a esta imagen:



Fotografía en formato cabinet en plano medio de Blas Barrera Ferrán, miembro de la Logia Fernandina. Pende de su cuello joya del grado 33.



La fotografía está pegada a portafotos de cartón, en cuyo dorso, manuscrito en tinta, se puede leer: 'A los qq:.hh:.de la Resp:.Log/ 'Fernandina'/ su h:./ B:.B:. Garibaldi.g:.33:./ Blas Barrera Ferrán/ Barcelona-calle/ Tresllits 6'. Al dorso además sello de tinta del fotógrafo: ' RAFAEL DELMONTE/ FOTOGRAFO/PUERTO-PRINCIPE'. 

Perdido en la historia queda el caso del cura Galeote, sacerdote castrense en Fernando Poo. Éste cometió un magnicidio en 1886, décadas antes que Restituto Castilla, al asesinar al diputado y primer obispo de la diócesis de Madrid-Alcalá. Asesino confeso, se le acusó de ser «masón del grado 9°». Si bien según el escritor canario Benito Pérez Galdós, «la prensa ultramontana ha dicho que Galeote era masón, y aún indica la logia a que pertenecía, y el nombre o número que usaba en aquella misteriosa asociación. Pero al sostener esto, los ultramontanos no han añadido ninguna prueba. Debemos ponerlo en duda, y creer que tal especie no tiene más objeto que echar la culpa del crimen a las ideas liberales que con más o menos fundamento, se asocian por algunos al instituto masónico. También se dijo que el cura Merino, que dio la puñalada a la Reina Isabel, era masón; mas no resultó cierto. El baldón que sobre el clero arroja la mano aleve de Galeote es demasiado grande para que los defensores del Estado eclesiástico no quieran arrojarlo sobre otra cabeza».

O incluso se suele desconocer la condición de masón de Sir Richard Burton, cónsul británico en Santa Isabel en la década de los 60 del siglo XIX, cuando España apenas daba pasos titubeantes por retomar la administración del territorio insular. En el caso de Burton, está documentado que durante su servicio en el ejército de la Compañía de las Indias Orientales se inicio en la Logia Esperanza (Hope Lodge #337) de rito escocés, con sede en Karachi (Kurrachee en esa época), actual Pakistán, a la que se incorporó precisamente durante los primeros años de su creación.



Esta acumulación de referencias personales son un indicio evidente de que la masonería sí tuvo presencia en el territorio. No podía ser de otra forma, si ya el 30 de noviembre de 1922, José Freixa Martí, Julián Rodríguez Ballester y Juan Vich Company, comisionados por las logias canarias Añaza, Abora y Andamana, y con Amado Zurita Colet (grado 33 de Añaza) como presidente acordaron la tramitación de un nuevo Taller denominado Gran Logia Regional de Canarias, «cuya jurisdicción comprenda el Archipiélago Canario, costa occidental de África y posesiones españolas del Golfo de Guinea». Éste taller tuvo un complejo proceso de creación, que fue truncado con la represión que sufrió la masonería en Canarias tras el triunfo del golpe de Estado.

En cualquier caso, resulta paradójico el ensañamiento con la masonería en el territorio, si precisamente la consolidación del mismo se debió a las exploraciones del alavés Manuel Iradier y Bulfy, que fue francmasón y secretario de la logia Victoria nº 134 de Vitoria con el nombre simbólico de Lurrac Villazen (Lurrak Billatzen -en la grafía actual del euskera-) que significa 'Buscando tierras'.

O incluso el detalle de que la masa principal de colonos tras la retirada de la administración británica procedía de las deportaciones forzosas por razón política, entre la que había masones además de liberales, republicanos y carlistas peninsulares... pero también cubanos, portorriqueños y filipinos (¿alguien se acuerda de la presencia filipina o portorriqueña en el territorio? Eso da para otra entrada...), siendo algunos de ellos sin lugar a dudas integrantes de diferentes talleres. Al fin y al cabo, en esos territorios insulares ser masón suponía un delito doble por «el crimen a las ideas liberales que con más o menos fundamento, se asocian por algunos al instinto masónico», como decía Benito Pérez Galdos, y por imputarles la connivencia con los procesos independentistas, como recordaba La Guinea Española. De hecho, el cubano y deportado Francisco Javier Balmaseda, en Los Confinados a Fernando Poo dejaría constancia de que «los españoles, con pocas excepciones, tienen indecible horror á la masonería, cuya humanitaria y grandiosa institución no comprenden».


Cerramos esta entrada con un documento muy especial: la fotografía anónima de un deportado cubano al que el fotógrafo Otto Schkölziger identifica como "masón de la isla de Cuba. Fue exiliado a la isla Fernando-Po", con fecha estimada entre 1891-1906.

Placa conmemorativa de las deportaciones de cubanos. Ubicada en la actual avenida de la Independencia de la ciudad de Malabo.